Hola, soy Leigh, Leigh Wickerman, y si, lo sé, mi nombre parece inventado por una chica de 13 años obsesionada con los juegos de citas virtuales y la música de los 80’. Soy el típico pecoso de pelo negro y ojos cafés, mejor amigo del chico mas "cool y guay" del colegio y solamente conocido por eso. Me tienen aquí, a punto de acabar mi último año de la E.S.O, muy normal... ¿Verdad? Realmente deseo que haya algo interesante en los siguientes años de la pequeña pecera que se hace llamar preparatoria...
Sonó la ruidosa alarma del teléfono de mi hermano, seguida de un gruñido, y un gigantesco bostezo.
"Oye, imbécil." Dijo, estirando sus brazos, al punto de quebrárselos.
Sonreí, no esperaba algo más amable de la parte de mi hermano.
"Buenos días, hermanito querido." Dije entre risas, frotando mis manos contra los ojos.
No tardo en lanzarse sobre mí, con una mirada furiosa que me causaba aun más gracia.
"No me llames así." Gruñó.
Aun que fuese mi hermano mayor, me daba mucha risa ver lo infantil que era. Se levantó, sacudió su pijama de rayas y se dirigió a la cocina, antes solía esperarme, pero mi fascinante sentido del humor lo tenía desesperado.
Intenté vestirme lo más simple posible, nada que fuese a robar la atención de mi "querido" amigo. Sacudí un poco más, mi ya revoltoso cabello, y salí para la cocina. Mi padre estaba cocinando, y mi hermano se había hecho un extraño peinado con gel que yo, amablemente, deshice con las manos. No tardó en lanzarme un golpe en la cara, que, como siempre, esquivé.
"Ahora tu cabello no parece comida para perro, deberías agradecerme." Le dije, sacudiéndole la cabeza a mi casi pelirrojo hermano.
"¿Hoy vas a decírselo?" Preguntó mi padre, apoyando tres grandes platos de comida sobre la mesa. Mi rostro se cambio a un color porcelana, y mis mejillas se enrojecieron como cuando mencionan a la persona que te gusta.
"Eh... No." Respondí. Mi hermano tragó algo y luego soltó unnte es esto... Leslie, mi mejor amigo, el chico cool y guay del que les había hablado, tenia alguien que le volva loco. Pasábamos tardes enteras hablando de ella, bueno, pasaba tardes hablándome de ella, o solo lo escuchaba.
Frn,así se llamaba, una típica rubia con cuerpo deslumbrante y sonrisa falsa, pero con un fondo dulce, como esos caramelos amargos que saben a gloria al final. Se conocieron en una fiesta. Yo estaba jodidamente alcohlizado así que no recuerdo mucho. Pasó el tiempo y Leslie y Fran se hicieron novios. La típica pareja popular diría yo. Aun que no quisiera, sabía todo sobre ellos, claro, Leslie no dejaba de decirme cosas románticas y patéticas sobre su adorada Barbie nueva. Todo le parecía mágico, todo era perfecto, todo era lindo
"Ahora tu cabello no parece comida para perro, deberías agradecerme." Le dije, sacudiéndole la cabeza a mi casi pelirrojo hermano.
"¿Hoy vas a decírselo?" Preguntó mi padre, apoyando tres grandes platos de comida sobre la mesa. Mi rostro se cambio a un color porcelana, y mis mejillas se enrojecieron como cuando mencionan a la persona que te gusta.
"Eh... No." Respondí. Mi hermano tragó algo y luego soltó un suspiro.
"Deberías hacerlo, imbécil."
No, no debería y no lo hare, pensé. Asentí con la cabeza y lancé el plato al fregadero, escuchando como chocaba contra los vasos de vidrio. Mi padre me lanzó una mirada asesina y yo me reserve a solo sonreírle.
Y creo que estarán pensando, que voy o no voy a decir... Básicamente es esto... Leslie, mi mejor amigo, el chico cool y guay del que les había hablado, tenia alguien que le volvía loco. Pasábamos tardes enteras hablando de ella, bueno, pasaba tardes hablándome de ella, yo solo lo escuchaba.
Fran, así se llamaba, una típica rubia con cuerpo deslumbrante y sonrisa falsa, pero con un fondo dulce, como esos caramelos amargos que saben a gloria al final. Se conocieron en una fiesta. Yo estaba jodidamente alcoholizado así que no recuerdo mucho. Pasó el tiempo y Leslie y Fran se hicieron novios. La típica pareja popular diría yo. Aun que no quisiera, sabía todo sobre ellos, claro, Leslie no dejaba de decirme cosas románticas y patéticas sobre su adorada Barbie nueva. Todo le parecía mágico, todo era perfecto, todo era lindo.
El problema vino cuando estuve en la misma fiesta que Fran. Era claro que sabía que era bonita y se aprovechaba de eso, yo no le tenía confianza. Mordió sus labios rosas y se acercó a un chico al que no le había quitado la mirada en toda la noche. El chico la tomó por la cadera y la acercó a él, soltando una sonrisa perversa. Fran se volvió a verme, puso el dedo sobre sus labios, haciendo ese molesto "Shhh". Antes de poder reaccionar, la rubia estaba compartiendo la misma saliva que ese chico. Que grotesco. Mi cara se tornó de un color rojo intenso y no pude contener las lágrimas de mis ojos, estaba furioso, no me creía lo que pasaba ante mis ojos, me hubiera gustado tener la oportunidad de matarla al instante.
Esto pasó hace unos meses, y no tuve el valor de decírselo a Leslie, me sentía fatal.
Entré al colegio y vi a Leslie, rodeado de un centenar de chicas, como siempre.
"Abran paso chicas, yo soy y seré su única y legitima novia." Dije mientras apartaba a las furiosas miradas que me rodeaban. Pasé mi mano sobre su cuello, fingiendo querer besarlo. Leslie soltó una carcajada. Sin soltarlo, nos fuimos caminando hacia el aula de clase.
"¿Y si nos saltamos esta clase, querida? Quiero decirte algo importante... “Susurré con un tono burlón, intentando ocultar mi nerviosismo.
"Me parece bien, cariño." Respondió, dándome un gracioso beso en la mejilla. Me reí y después de limpiarme con la mano, nos dirigimos a la azotea.
Mis manos temblaban con cada escalón que subía, no tenia palabras, ni voz para decírselo. Nos acostamos en el piso y suspiró:
"Fran es perfecta."
Me levanté de golpe, dándole la espalda, sacudí un poco mi cabello y le dije:
"No lo es, ni mucho menos."
Leslie lanzó una risa tierna y me dijo que estaba celoso, intente convencerlo de que no era cierto, pero no logré convencerle. Lo fastidié un poco más con ese tema hasta que me pregunto por qué decía tales estupideces de su novia.
Me quedé callado un tiempo, solté aire y se lo dije. Le dije lo que Fran había hecho y lo incapaz que fui yo al no decírselo antes. Le pedí disculpas e intente abrazarlo, pero se alejó.
"¿Por qué me haces este tipo de bromas, cariño?" Soltó, con la voz entre-cortada y con lagrimas en los ojos, intentó tomárselo como una broma, pero sabia por mi tono de voz, que lo que decía iba en serio.
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