Anoche soñé contigo, y creo que fue una de mis peores pesadillas;
tú, yo, uno frente al otro, en medio de una calle.
Totalmente visibles para los demás pero, entre nosotros éramos invisibles; tú no me veías a mí, yo no podía verte a ti.
Caminábamos sobre el mismo camino y chocábamos, no te veía, pero sentía como si una apuñalada me atravesara el corazón y a la vez, un escalofrío recorría mi cuerpo desde la punta de mis pies, hasta alcanzar el último cabello sobre mi.
La sensación era rara; extraña. No veía nada, pero lo sentía todo. Por más que intentábamos llamar la atención, no conseguíamos vernos. Y al otro lado del espejo podía ver como dos corazones se rompían en mil pedazos y sentenciaban su muerte.
De pronto, mi mirada se apagó, ya no había brillos en mis ojos. Un gesto alicaído se apoderaba de mi rostro y de mi propio ser. Ya no sentía nada. La oscuridad de apoderó de mi sueño haciendo de ella mi peor pesadilla.
Y caminando entre pedacitos en la oscuridad, desperté de ella.