Lección de verano.

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-¡Hng! —Un quejido salió de su boca. Su piel fue apresada con rudeza por los afilados dientes, la lengua delineo la herida y los labios succionaron para hacer más notoria la marca. —Zero... —Jadeo bajamente. Sentía como las manos del otro recorrían con lentitud su cuerpo, aun con el agua llegándole arriba de la cintura sentía su piel arder con cada caricia dada. Sus caderas se movían sinuosas, mostrando el ansia de más.

-No. —La respuesta tajante le hizo obedecer. Sabía que Zero estaba enojado. Celoso y, posiblemente, ofendido. Sonrió con astucia, las chicas le abordaron en el instante en el que apareció, eran tantas que no pudo evitar que más de una le toqueteara en lugares que se supone solo Zero podía tocar. Aunque admitía que no mostró disgusto solo por una simple razón: adoraba ver a su pareja celosa.

Siendo el último año del grupo de Zero, todos decidieron salir de viaje. Siendo verano, la mayoría voto por la playa. La clase nocturna fue invitada por las chicas, y estos aceptaron con gusto, para la desgracia de Kiryû Zero. Sabía que ir a la playa significaba soportar el molesto sol y los gritos de las mujeres al ver a los vampiros con poca ropa, cosa que no le importaba siempre y cuando no se metieran con lo que era suyo, Kuran Kaname.

Fue mucho pedir. Cuando vio a todas esas féminas rodear al castaño, sus ojos grisáceos brillaron por unos segundos de color rojo, mostrando su ira. Sin importarle nada, atravesó aquel círculo para tomar a Kaname y alejarlo hasta tener privacidad. Y es ahora donde se encontraban. El castaño estaba atrapado entre una gran roca y el cuerpo de su pareja. El lento oleaje les golpeaba suavemente.

-Más... —Kaname gustaba de provocar a Zero, con solo recordar la rudeza con la era tratado cuando la ira nublaba al cazador, una oleada de placer le golpeaba. Kiryû jugueteo con los pezones, los lamio y mordió con furor mientras sus manos quitaban la única prenda que el castaño llevaba, el traje de baño.

-Conmigo no se juega, Kuran. —El frío soplo en su oído hizo estremecerle. La mirada de Zero brillaba con malicia mientras una sonrisa ladina aparecía en su rostro. Daría al castaño una lección. Bordeo la entrada con dos dedos, metiendo solo la mitad de estos, su mano libre bombeaba con lentitud el miembro de Kaname, haciéndolo gemir y suplicar por más.

Zero, paciente, provoco al castaño hasta que estuvo a punto de llegar al clímax, deteniéndose en el último momento, frustrándolo. Cuando el castaño abrió los ojos notó que estaba solo. El cazador ya estaba en la orilla, con el traje de baño de Kaname en una mano. El castigo era claro: quédate ahí hasta que se te caigan las pelotas, estúpido Kuran.

-Debes de estar bromeando. —La respuesta de Zero fue irse, ignorándolo. En las horas que estuvo en el agua aprendió la lección: si caliente no quieres quedar, con un Kiryû no debes jugar.

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