prólogo

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Veía mis tennis rojos, y los  calcetines de colores que subían por mis piernas mientras esperaba a que mi madre terminara de hablar con la asistente del doctor smith.

Si quitó los cabetes quizá pueda...

-Emily, no me hagas quitarte también los zapatos-
Me dijo con voz cansada, la miré y negué con la cabeza

-No, madre, sólo veía lo sucios que están-
Asintió sabiendo que era mentira, la asistente nos llamó.

El doctor smith era un hombre no tan viejo pero tampoco tan joven, al ser psiquiatra muy rara vez mostraba... Sentimientos, excepto con mi madre, creo que se había enamorado de ella... Pero tenía la sensación de que me odiaba...  Aunque eso pensaba de todo el mundo.

-Hola, Emily, ¿cómo te sientes hoy?-

-Con ganas de morir-

-Igual que siempre-
Susurro mi madre

-Tranquila, éste lugar te hará bien-

-Lo dudo-
Suspiró

-Tus cosas ya están en tu habitación, no debo volver a explicarte las reglas cierto?-

-No-

-Sophie podrías dejarnos un momento solos?-
Mí madre asintió y salió de la habitación.

-Estás lista para decirme lo que sucedió?-

-No -

-Emily, no avanzaremos si no me dices que sucedió, por lo que tu madre me dijo tú eras una niña feliz hasta que un día... -

Miré por la ventana y los recuerdos llegaron a mí sin control.

Rojo, sólo eso había, sólo eso existía, ese color tan peculiar y ese olor a metal
Limpiaba, restregaba pero la sangre no se iba del todo y el olor se había impregnado...
La única cosa que me había pedido y ahora le fallaba.

-Sólo tienes que limpiar la sangre-
Me había dicho

Y ahí seguía, limpiando y limpiando...

La sangre nunca salió.

Ella se había ido...

para siempre.

Sueños de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora