La Parvada

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Todo en ese viajero parecía haber muerto hace mucho tiempo, su cabello y barba parecían tan desarreglados y sucios que no se podrían diferenciar de la tierra que pisaba, sus ropas eran solo pieles de animales pegadas entre si que lo hacían ver como un misero salvaje, además de todo lo anterior mencionado, tenía un hedor a cadáver que podía hacer vomitar al mas carroñero animal. Solo cargaba un bolso pequeño donde no había mas que un cuchillo particularmente mas largo que los demás, tenia varias inscripciones talladas en el mango que lo hacia parecer una artesanía de bastante calidad, aunque seguramente el viajero errante no le importe para nada. Maldiciones se escuchaban desde su boca llena de dientes podridos, cada palabra parecida salida de lo mas profundo de sus entrañas recalcitrantes, si algún hombre o animal las escuchase, seguramente pensarían que se trata de un demonio del bosque.

-¡Malditos sean los Dioses de la vida y el destino por haberme dado tan desdichada suerte! - Se quejaba mientras se pasaba la mano por su mal arreglada y cochina barba- ¿Cuando me lanzaran otro hueso para morder?

Luego de maldecir, fijo su mirada al Oeste y diviso un venado que parecía haber muerto hace pocas horas, quizás de una enfermedad o de una herida propinada por un cazador. Aquel nómada no tardo ni un segundo en correr hacia su próxima comida, encima del pobre animal había una parvada de no mas de doce cuervos que al parecer se estaban dando un enorme festín, los espanto a todos de un grito y con su cuchillo en mano empezó a propinar algunos cortes. Instalo una pequeña fogata cerca del cadáver y cocinó lo mejor que pudo sacarle, guardo el corazón en su bolso y decidió relajarse un poco antes de seguir caminando, no antes de haber tirado los restos del venado a un par de metros por precaución. Veía el fuego con una mirada desdichada, dentro de este podía ver todo lo que le rodeaba en llamas y convertido en cenizas, un hombre normal se hubiese enloquecido de ver lo que aquel caminante errante veía.

La noche cayo y con ella un enorme frío que era mínimamente apaciguado por el fuego que apenas se alimentaba de pequeñas ramas y uno que otro trozo grueso de madera, aquel combustible hacia un ruido particular al quemarse, parecía ser del agrado del nómada que cada vez que lo escuchaba, una sonrisa se marcaba en su rostro lleno de tierra. Su estómago empezó a sonar un poco otra vez y entonces saco el corazón que había guardado, lo pego a un palo bastante grueso y lo cocino con mucha ansiedad, no tardo mas de diez u once minutos en estar listo pero para cuando esto, un horrible sonido rompió el armonioso silencio de la noche, era un sonido horrible pero que a su mismo tiempo era casi familiar para los oídos del nómada, estaba casi seguro que era el de un cuervo pero que ni cien podían haberlo hecho de tal manera. Temeroso, tomo su cuchillo y lo tomo con gran fuerza, muro hacia los lados pero rodó estaba muy oscuro para poder siquiera divisar algo, recordó en ese instante el cadáver del venado que aun tenía mucha carne, supuso que quizás aquella criatura que hizo el chillido estuviese devorándolo ahora, sintió un poco de alivio aunque no pego sueño aquella noche. Se hizo de día en un abrir y cerrar de ojos de aquel nómada, despertó muy nervioso y un poco aturdido por la falta de sueño, tomo su cuchillo que se le había caído y se dispuso a investigar que había pasado con los restos del venado. Sus pasos hacia la dirección en que lo había dejado eran torpes y un poco lentos, sentía su corazón latir rápidamente y un miedo se apodero de su cuerpo, tomo un respiro largo y por fin llego a donde se suponía que debía estar el cuerpo del venado. Su sorpresa fue que no había nada, solo una enorme parvada de cuervos que lo veían con unos enormes ojos penetrantes, en ese momento el nómada fue víctima del miedo, pero un miedo que no podía explicarse con palabras ni sentimientos, no sabia que tenia enfrente, por lo cual era lógico que se paralizara. Los cuervos empezaron a graznar mientras veían al nómada, este cayo sentado y de inmediato fue abordado por los cuervos que empezaron a picotearle el cuerpo de manera violenta, lograron penetrar sus pieles y empezaron a arrancarle la carne, un par consiguió llegar a sus ojos y se los arranco como si fueran simples gusanos en la tierra, ya después de unas horas no quedaba absolutamente nada de carne en los huesos de aquel desdichado viajero, los cuervos lo habían destrozado y devorado como si solo se tratase de un cadáver que caminaba entre los vivos.

Nunca se supo que paso con aquel viajero desdichado ni mas nunca se volvió a ver un cuervo por esos caminos.

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⏰ Última actualización: May 05, 2016 ⏰

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