Metal Gear Gate

"Metal Gear Gate" capitulo 1: otra guerra sin fin

"Toda tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia"- Arthur C. Clarke escritor y científico (1917-2008)

Era un día normal como cualquier otro en las hermosas islas de Seychelles, el sol resplandecía en el cielo, el viento fresco que pasaba sobre la vegetación, y el tranquilizador sonido de las olas golpeando las hermosas playas que poseen estas islas. Y en una de estas playas se encontraba un bar al aire libre que servía tragos y bebidas características del lugar, en la barra de este bar se encontraba un hombre de unos pocos más de treinta años, de piel caucásica y cabello oscuro, el color de ojos café , y un normal bigote en su boca. El hombre se encontraba bebiendo un licuado de ananá, uno de sus licuado favoritos, el se encontraba callado, sumido en sus pensamientos, -"es una isla demasiada tranquila y hermosa para ser la base de un grupo de mercenarios"-, eran los pensamientos del hombre, levanto su brazo para ver la hora en su reloj, -"mmm ya casi es la hora, será mejor volver al hotel y reunirme con mi contacto", contacto el cual el no conocía aun, -"¿qué clase de nombre es Ocelot?"-, se pregunto el hombre al recordar el nombre de su contacto. El hombre tranquilamente saco su billetera y al abrirla, vio la foto que había guardado ahí, en la foto se podía ver a cuatro soldados con sus cascos y lo que parecían ser camperas militares, atrás de los soldados se podía ver la bandera argentina, la cual por sus colores se hacía notar en el cielo nublado blanco, de pronto un fuerte viento fresco paso por la espalda sudada del hombre, el frio del viento despertó un recuerdo en el.

Otra guerra, otra batalla, un día normal en la economía de la guerra, pero no para las islas Malvinas, la humedad que causaron las lluvias hicieron que el frio sea imposible de soportar. Pero no para Jorge, el se aguantaba cualquier clima sin importar cual sea, era su trabajo después de todo, para ser un comando argentino tienes que ser duro como piedra, el estaba de pie encima de una de la cuantas piedras enorme de las islas, a la vez que observaba el paisaje desolado de la islas, tenía la suerte de ser uno de los mejores de la compañía 602 de comandos argentinos, esto se debe ya que fue a curso para entrenar con fuerzas especiales de Estados Unidos. Gracias a eso se gano el rango de capitán, y también unas armas que les fueron regaladas por sus instructores estadunidenses, la clásica M-16 y una Colt-M1911 de plata, aunque el entrenamiento que ellos le dieron según Jorge, fue el regalo más importante que le dieron, todo excepto esa persuasión anti comunista, si es que había algo que a Jorge no le importase era la política, por eso no era ni de izquierda ni de derecha, solo era leal a su tierra y a su familia, ya sea de sangre o de amistad. Y qué familia tenía allí en esas islas, su escuadrón estaba conformado por el teniente Adolfo, un hombre de treinta años, de piel casi morena, cabello oscuro, provenía de Córdoba, el suboficial mayor Marcos, un hombre joven de veinticinco años, cabello castaño y piel morena, provenía de Entre Ríos, y por ultimo estaba el subteniente Geraldo, el más joven del escuadrón teniendo tan solo 20 años, de piel blanca y rubio, provenía de Rio Negro o para ser mas especifico del famoso Bariloche. Estos tres comandos eran más que simples hombres al servicio para Jorge, eran su familia, y Jorge estaba dispuesto a comandar a estos hombres y regresarlos sano y a salvos al continente. Su misión se podía decir que era sencilla, simple reconocimiento por las cercanías del rio Murrell, y como siempre Jorge lideraba la delantera mientras sus compañeros iban atrás en fila india, -"mierda que este frio no puede ponerse peor, ¿eh teniente?-, eran las palabras de un malhumorado Marcos, -"Vah déjate de joder, si no hace tanto frio"-, le respondió Geraldo, -"para vos no boludo que vivís en Bariloche, seguro te la pasas de vino y joda allá"-, le replico Marcos a Geraldo, -"ya cierren la puta boca pendejos de mierda, que no vaya ser que el enemigo los escuche"-, era la voz autoritaria del teniente Adolfo regañándolos a ambos. Jorge en cambio no prestaba atención a lo que sus hombres decían, sus ojos y sentidos estaban puestos al frente en busco de cualquier enemigo, de pronto a lo lejos, Jorge pudo ver unas dos figuras acercándose a donde estaban, de inmediato Jorge dio la señal a sus hombre para que se detuvieran, seguida de otra para que se agacharan, sus hombre obedecieron sin dudarlo, -"¿sucede algo mi capitán?"-, le pregunto el teniente Adolfo, -Si teniente, veo a dos figuras acercándose a nosotros, quizás sean soldados británicos"-, le responde Jorge, -"¿crees que sean Ghurkas?"-, le pregunto de vuelta el teniente Adolfo, -"quizás teniente, por ahora pongámonos cuerpo a tierra y avancemos hacia esa maleza de allá, con algo de suerte quizás podremos emboscarlos"-, le respondió Jorge. Y así arrastrándose el escuadrón se puso entre el medio de unas malezas, una vez ahí Jorge saco sus binoculares y se dispuso a ver más de cerca de las figuras, como él lo había previsto era soldados británicos, marines reales para ser específicos, estos estaban equipados con un uniforme de invierno, el cual tenía un patrón de camuflaje, en sus cabezas llevaban una boina verde, y al igual que las tropas argentinas, estaban armados con el fusil ligero FAL. Pacientemente Jorge y sus hombres esperaron que los royal marines se acercaran, los soldados británicos pasaron sin percibir a los comandos argentinos, de inmediato Jorge y el teniente Adolfo aprovecharon la ocasión y se acercaron lentamente a los dos soldados británicos, con sus cuchillos en manos se prepararon y sin que los dos británicos se dieron cuanta, fueron agarrados por detrás y apuñalados en sus zonas vitales matándolos al instante. Era la primera vez que Jorge mataba a un hombre, una parte de su subconsciente se sentía mal por eso, pero no había tiempo para moralidades, esos dos soldados británicos no eran los únicos, seguro habían mas, quizás un equipo de reconocimiento.