Intento concentrarme en la profesora de Economía, quien explica un sinfín de cosas que no entiendo delante de mí al resto de la clase pero no puedo centrar mi cabeza en ello. Es viernes y es la anteúltima hora de clases. Volver a pensar en eso me provoca un cosquilleo de ansiedad que se extiende hasta la punta de mis pies. Ya quiero irme de aquí.
Toca el timbre que da principio al último receso del día. Me pongo de pie al instante y comienzo a guardar mis pertenencias en mi bolso. El salón entero ya está vagando por los pasillos del colegio, disfrutando el descanso final. Yo solo espero.
—No te emociones—mi mejor amiga se sienta sobre la mesa del profesor, dándome una sonrisa—, aún te queda una clase. Tu favorita.
Saca su lengua hacia mí y suelto una risita.
—Él no va a darla—digo casi en un susurro—. Sólo dará a la clase una guía fotocopiada para trabajar y va a irse.
— ¿Y tú como sabes? —Ella levanta una ceja hacia mí y su mueca es de picardía— ¿Acaso tú y él van a...?
Asiento mientras miro hacia todos lados, fijándome si nadie está escuchándonos. No puedo evitar ponerme notablemente feliz y mi amiga da saltitos junto a mí, chillando.
—Sh, shhh—intento calmarla pero ni siquiera puedo ponerme tranquila yo misma—. No me gusta alardear sobre eso, lo sabes.
El timbre que indica el final del receso nos sobresalta y ella básicamente corre a su salón otra vez. Me siento en mi pupitre, cruzando mis piernas y reviso mi móvil un rato. Mis redes sociales son tan aburridas a esta hora del día que lo único que puedo hacer es entretenerme leyendo algunos mensajes viejos.
El salón se llena de alumnos otra vez y todos esperan a que llegue el profesor.
Entonces llega y mi corazón da un vuelco. Justin lleva su sonrisa de siempre y ha cambiado su estilo de cabello, cortándolo casi por completo lo cual me provoca una oleada de deseo mayor.
— ¡Buen día! —Saluda con entusiasmo y ni siquiera se preocupa por dejar sus cosas sobre su lugar— Solo vengo de pasada, muchachos. Como sabrán, las última semanas, mi alumna y yo...
Y es justo ahora cuando posa sus ojos sobre los míos por primera vez. Puedo ver la comisura derecha de su labio estirarse un poco más.
—...Estamos trabajando duro en el proyecto de la radio. Todo va genial. El segundo locutor está ensayando con el profesor de Política ahora mismo, así que yo sólo vengo para llevarme a ésta niña—me señala— para practicar algunas cosas.
Tal vez es simplemente la ansiedad, o en serio él está hablando en doble sentido. Sin embargo nadie parece notarlo, todos asienten con entusiasmo.
—Voy a dejar éstas guías—Justin saca un manojo de fotocopias de su maletín y las deja en orden sobre la mesa— aquí. No contienen muchos puntos para desarrollar y están separadas de acuerdo a los distintos cargos que llevan ustedes para trabajar en la radio. El martes pasaré por aquí para retirarlos.
—¿Entonces podemos irnos ya? —pregunta un compañero.
—Así es—el profesor sonríe—. Pueden retirarse. Señorita, ¿me acompaña?
Me pongo de pie y camino junto a él fuera del salón. Todos en el colegio están retirándose, hablando en voces altas y felices porque la semana está terminando. Justin se dirige al salón de actos del colegio, el cual está completamente vacío. Y hace lo que venimos haciendo cada maldito viernes; cierra la puerta con llave y apaga las luces. Nuestros pasos hacen eco en todo el salón debido a la inmensidad del mismo. El silencio no es para nada incómodo, sólo se siente muy cargado de deseo.