UNO || El entrenamiento

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Loki se asomó por la ventana y observó las nubes esponjosas que poblaban el colorido cielo de Asgard. Disfrutaba de encontrarles forma, a pesar de tener ya trece años.

- ¡Ven, Thor! - gritó con su vocecita, aún delgada de niño pequeño. - Ven a jugar conmigo. -

- Eso es aburrido - dijo el hermano mayor, claramente molesto por los deberes pendientes. Odiaba hacer las tareas que sus tutores le asignaban, odiaba leer y tener que estudiar, pero debía hacerlo o su padre no le permitiría continuar su entrenamiento. Odín le había dado un ultimátum.

- Eres un aguafiestas- se quejó Loki.

- No lo soy - se defendió su hermano. - Es solo que aún continuas jugando cosas de niños. -

- Pues lo prefiero a ser un aguafiestas - replicó el joven hombre. En realidad no había mucha diferencia de edades entre él y Thor, aunque el primogénito prefería pensar que calificaba como adulto con su perseverancia para ser el mejor guerrero y luchar a lado de su padre en las guerras. - Es más divertido quedarse en casa y encontrar forma a las nubes y leer libros que ir a los estúpidos entrenamientos. -

- ¡Que padre no te escuche diciendo eso! - exclamó Thor, al tiempo que Loki continuaba hablando, más para él mismo que para mantener una conversación. El joven rubio suspiró frustradamente y se dio por vencido con los tontos deberes y con los quejas de su hermano pequeño.

- No tiene sentido. No nos dejarán ir a luchar hasta que tengamos diecisiete. ¿Cuál es el punto de entrenar tan jóvenes? -

- ¿Quién te dijo eso? - preguntó Thor, preocupado de que sus sueños de volverse un gran guerrero a temprana edad no pudiesen volverse realidad jamás.

- Me gustan los libros, ¿sabes? - Loki sonrió burlón, olvidándose de las nubes y volviendo la atención hacia su hermano. - ¿Aún sigues con eso? - Thor bufó. - Te ayudo si me das tu budín en la comida. -

- Hecho - aceptó Thor sin pensarlo dos veces.

- Hecho - murmuró Loki y echó un vistazo a los deberes. Le costó menos de unos cuantos minutos responder las respuestas de las preguntas de historia. - Listo. -

- Solo terminaste rápido porque YO respondí la mayoría de las preguntas - dijo Thor, intentando retar a Loki.

- Sí, claro - respondió el aludido. - Ya podemos irnos. -

El pesar podía palparse en su voz. Realmente odiaba el entrenamiento; no era lo suficientemente bueno como Thor ni como Lady Sif, la otra chica que se pavoneaba con sus armas. Al menos, tendría un nuevo maestro ése día y esperaba que fuese más indulgente que el anterior.
Thor y Loki dejaron la habitación, exclusiva para sus deberes, y corrieron por los pasillos y las escaleras, subiendo otros pisos más hasta llegar al de entrenamiento. Loki llegó detrás de Thor, respirando entrecortadamente como pez fuera del agua.

- Llega tarde, joven Loki - dijo un hombre de voz grave. - No toleraré ni un segundo de retraso en mi horario de entrenamiento, ¿está claro? -

- Sí, señor - Loki reparó en que Thor y Lady Sif compartían una sonrisa burlona, mientras que otra chica, quizá de su misma edad, le miraba fijamente. Parecía amigable. . . Y bonita. Ante tal pensamiento, un tenue rubor se extendió por las mejillas del muchacho.

- Bien - continuó el hombre. - Soy Lord Higther y seré su nuevo entrenador - se giró para ver al resto de sus alumnos y con una señal de su mano le indicó a Loki que se parara a lado derecho de la joven desconocida. - Como le he dicho a Loki, no toleraré el retraso en estas sesiones en ningún caso - miró a la chica y ella intentó contener una sonrisa sin mucho éxito. - Tampoco soy amigo de la pereza y la rendición. Bajo mi cargo, ustedes cuatro aprenderán a luchar. Aprenderán. -

Loki se sintió un poco nervioso e inseguro. Quería estar en la biblioteca leyendo un buen libro o acompañar a su madre en un paseo por los jardines. Eso le haría sentir mejor. Se perdió en sus deseos, imaginando que el asunto del entrenamiento quedaba en el olvido. Loki no quería ser un guerrero ni ir a la guerra como Thor y Sif. Él quería ser alguien más. Alguien diferente.
Un pequeño empujoncito en su delgado brazo lo hizo volver a la realidad. La chica desconocida le había tocado y Loki, sin querer, se sintió un poco azorado.

- ¿Por qué no estás prestando atención? - preguntó lord Higther.
- Lo siento, Sir. -

- No lo sienta. Cincuenta flexiones - indicó. - Y cada vez que dejes de prestar atención, harás el doble. -
Loki no pudo evitar pensar que la situación había empeorado. Odiaba el entrenamiento más que nunca y odiaba no poder dejarlo. No importaba cuánto pudiese rogarle a su padre Odín, él nunca aceptaría su fracaso en el entrenamiento.
Aprendería.
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Dear Loki  (Loki x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora