Harry salió del colegio a toda prisa para dirigirse a la cafetería que había descubierto hace tan solo unas horas; esperaba que aún estuviera abierta, y así fue, estaba abierta. Soltó un pesado suspiro de alivio y se limitó a entrar al local a pasos lentos y algo inseguros, con timidez.
Inmediatamente buscó una mesa para sentarse, dejó sus cosas a un lado y se dedicó a mirar la cafetería, era bastante linda, acogedora y el tamaño perfecto; ni muy grande ni muy pequeña. Pasaron un par de minutos hasta que uno de los tres meseros que trabajaban ahí se le acercó para atenderlo, Harry se sobresaltó un poco al mirar de quién se trataba, era aquel chico que vio de lejos cuando pasaba por el lugar de camino al colegio.
Vaya que de cerca se ve aún más lindo.
Pensó Harry y tomó el menú que el hombre le ofrecía.
– En un momento vendré a tomar su orden—. Dijo el ojiazul con una gran sonrisa plasmada en su rostro, marchándose después de ese lugar, dirigiéndose a la que parecía ser la cocina. Harry suspiró, se había quedado embobado con aquella sonrisa, sus ojos y wow, jodida mierda, todo él era el cielo entero para el ruloso.Negó, sacándose de sus pensamientos y se dispuso a mirar el menú, era muy variado y los precios eran buenos, pero, oh, no tiene mucho dinero, sólo £3.00 que, era suficiene para un frappé. Con eso le bastaría, después de todo Harry no está acostumbrado a tomar café con constancia.
Un par de minutos pasaron hasta que el chico encantador volvió a su mesa.
– ¿Listo para ordenar?— salió limpiamente de los delicados labios del ya mencionado. El de orbes verdes asintió tímidamete y señaló el frappé que se encontraba en la carta. Louis se inclinó un poco para poder mirar mejor su órden y asintió, anotándolo en su pequeña libreta—. ¿Desea crema batida extra en su pedido?— Harry negó, manteniendo la mirada fija en el suelo, su rostro estaba completamente rojo—. Bien, en un momento se lo traeré—. Dijo por último y se marchó de aquel lugar.
Al asegurarse de que nadie lo miraba Harry subió la mirada y llevó sus pequeñas manos a tu rostro.
¿Por qué mierda tengo que ser tan estúpido?
Pensó, mordiendo su labio inferior, quería llorar por ser tan tonto y no ser como una persona normal, que puede ordenar un insignificante café sin ponerse nervioso, tal vez en parte fue culpa del mesero, que se comportó tan amable y paciente con él, nadie nunca se comportaba así, a excepción de su madre, claro. Talló sus ojos –que ya estaban algo rojos– y suspiró, sorbiendo su nariz.
Lo dejo hasta acá porque yes, xx.
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Lo de siempre, por favor ; ls
Teen FictionDonde Harry siente una atracción hacia el mesero de la cafetería Doncaster's Coffee y va cada día sólo para verlo, pidiendo siempre lo mismo. - ¿Cuál es su orden? - Lo de siempre, por favor.