Sinopsis

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-Entonces Tyler se cayó a la fuente... -soltamos unas carcajadas al tiempo en el que entrábamos en el salón de clases.

Katrina, Jacob y yo somos mejores amigos desde que tenemos memoria. No hay día en el que no nos apoyemos. Solemos discutir, pero con el paso de los minutos, ya nos estamos abrazando y disculpando por ser unos inútiles. Solo tenemos catorce años y estamos más pegados que el chicle.

Sentí un papel caer en mi cabeza. Volteé hacia abajo, ya que este había caído al suelo, y me encontré con un bollo. Lo agarré y lo alisé, para poder leer correctamente lo que decía. Era la letra de Jacob.

"¿Le haz dicho ya?"

Volteé hacia Jacob, él está mas lejos de mi, al igual que Katrina, ya que todos estamos en el orden en el que al profesor se le ocurra. Negué con mi cabeza repetidas veces.

-Señorita Williams, señor Matthews, ¿hay algo que deseen compartir con la clase? -nos pregunta la profesora de Trigonometría, con voz acusatoria. Los dos la miramos y negamos con nuestra cabeza. La mujer asintió y prosiguió con la clase.

Continué tomando apuntes. Esta mujer amaba tomar lo que decía en las clases, sin siquiera haberlo escrito. Siempre estoy apunto de dormirme con todo lo que dice, pero me resisto y sigo con mi escritura.

El timbre sonó, indicando el final de la clase. Recogí todas mis cosas y colgué mi mochila a mi hombro, dispuesta a salir. Katrina y Jacob se posaron a mi lado, y comenzamos a caminar rumbo a la cafetería. Mi panza estaba comenzando a rugir del hambre. A veces me resistía a comer en el instituto, odiaba los alimentos que vendían. Pero la mayoría del tiempo, no me resistía y me elegía una hamburguesa, como lo estaba por hacer en este instante.

Nos sentamos en nuestra mesa habitual, situada en el campus. Yo estaba frente a Katrina y Jacob. Comíamos en silencio. El pelinegro y yo intercambiábamos miradas. Tenía que decirle a Katrina lo que pasaba, pero no me atrevía, no sabía como reaccionaría.

-¿Huelen eso? -negamos con la cabeza como respuesta hacia la morocha -Es como... Olor a tensión. Ya, díganme que pasa. -nos ordena. Jacob y yo volvemos a mirarnos. Él se mete un pedazo más de hamburguesa a su boca y yo solo suspiro.

-¿Vienes a mi casa a la salida? -le pregunto a la morocha -Debemos hablar de algo importante. -como respuesta, levanta sus cejas y asiente.

Las horas solo se dedicaron a pasar. Parecía que lo hacían mas rápido de lo normal, o tal vez era solo el nerviosismo que se acumulaba dentro de mi por lo que podría llegar a pasar hoy en mi casa. No se que pasará cuando la noticia llegue a los oídos de Katrina, si ella seguirá estando para mi. Solo espero que así sea, y que no me deje o me humille delante de todos.

Volvió a sonar el timbre, ahora indicando el final de las clases. Todos recogieron felices y apurados sus mochilas, al igual que yo. Ya era viernes y todos estaban más que contentos por pasar el fin de semana en familia. En este instituto, la mayoría de los niños tenían padres que trabajaban casi todo el tiempo, y no podían estar todos juntos hasta que llegaban los fines de semana. Uno con el tiempo se va acostumbrando a ello, pero sigue siendo igual de doloroso.

Katrina y yo caminamos en completo silencio a mi casa. Yo iba pensado en todo momento como decirle la verdad. Tenía muchísimo miedo dentro de mi, y demostraba lo nerviosa que estaba frunciendo el ceño y con las comisuras de mis labios hacia abajo.

Entramos a la sala y subimos hacia mi cuarto. Cuando ella pasó, cerré la puerta y suspiré. Katrina se sentó en mi cama como indio y me miró esperando a que hable.

-¿Hablarás o que?

-Yo... Es algo difícil de decir, Kat... -me senté delante de ella. Tomó mis manos y la miré.

-Puedes confiar conmigo en lo que sea, Noah, lo sabes bien. -asentí.

-Yo... Es que yo...

-Tu estas de novia con Jacob, lo se. -fruncí mi ceño con confusión.

-¿Que?

-Si. Los he visto haciéndose ojitos y esas cursilerías.

-No, no, Katrina. Estas equivocada.

-Y si no es eso, ¿que va a ser? -solté un gran suspiro. Aún tenía sus manos sobre las mías.

-Soy lesbiana, Katrina. -abrió sus ojos como platos y sacó sus manos de las mías rápidamente.

-¿Q-que? T-tu no... -se levantó alejándose de mi. Quise acercarme, pero ella me apartó -¡Aléjate de mi! ¡No me toques, ni me mires, ni me hables! ¡Me das asco! -mis ojos se cristalizaron al igual que los de ella -¡DÉJAME EN PAZ! ¡NI SE TE OCURRA ACERCARTE A MI! ¡NO ME INTERESA LO QUE OPINE JACOB! ¡Eres... Eres un monstruo, Noah Williams! -y sin decir más se fue.

Cuando oí como la entrada se cerraba bruscamente, me tiré en la cama y solté todo mi llanto.

Ya nada sería lo mismo, lo sé muy bien...

Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora