Homenaje a Galicia

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Se trata de una historia ficticia, pero si es un verdadero el homenaje salido de mi corazón que quiero hacer al pueblo gallego, desde mi humilde escritura, pueblo generoso, valiente y caritativo, que sin hacer alarde de valentía dio muestra de heroicidad.

Silvia era la directora, emocionalmente se sentía culpable de la muerte de sus dos seres más queridos, se encontró viviendo en la sombra más oscura, una vez que descubrió ese miedo en ese lago tan negro, pensando el porqué había acontecido, sus ideas comenzaron hacer más segura, hasta llegar a la luz, así podría vivir con más armonía, redimiendo su culpabilidad a través de los tiempos.

La junta directora de la asociación "Mujeres maltratadas", aprovechando la fiesta del Patrón de España, había convocado a todos sus miembros y asociados con el fin de recaudar más dinero para terminar la construcción de un nuevo piso. Claudia ejercía el voluntariado y en ella caía la responsabilidad de recoger a las mujeres maltratadas en su lugar de origen, llevándolas en su vieja tartana a un piso muy lejos del lugar.

A Claudia le llegó la invitación, ella quiso tratar de zafarse, ya que su hija estaba en un colegio interno y ahora de vacaciones no quería separarse un momento de ella.

_Es muy importante que vayas Claudia. Le dijo la directora.

La directora confiaba en ella plenamente, ya que con su sinceridad aquella luz tan especial que salía de sus bellos ojos, era la que podía conseguir aquel dinero que tantas falta le hacían.

Se lo dijo a su niña y ella se puso contenta tenía ganas de conocer Santiago. Dentro de diez minutos vamos a coger el tren, así que vamos a darnos prisas en llegar, y dentro de dos horas nos bajaremos en el andén, que allá nos estará esperando la tita Silvia en compañía de su perro león.

-Mamá, esperaba que hubiese estado aquí alguna amiga tuya a despedirnos;- le dijo Alexandra. Y prosiguió,- ¿que le habrá pasado a Loli?

-¡Ve tu a saber!

Claudia volvió a mirar su reloj de pulsera.

-Creo que debemos subir.-Y volvió a repetirle que la tita nos espera.

Su hermana pertenecía a la misma asociación, de hecho era la directora, se había ido unos días antes para preparar todo y conocer la ciudad, era soltera y la única compañía era la de su perrito, por eso viajaba siempre con él.

Un poco antes de llegar a su destino, Claudia y Alejandra comentaba lo pronto que iban a llegar. En esos momentos, hubo un gran ruido era como si el tren se hubiese salido de la vía, después un gran tumbo todos se abrazaron gritando, los vagones parecían despegarse, en miedo del Caos, Claudia abrazó a su hija y el vagón saltó por los aires, saliendo fuego, una densa humareda, al mismo tiempo de los grandes estampidos. Solo se oían gritos de muerte y alaridos de hombres y mujeres unidos todos por el mismo dolor. Al fuerte ruido acudió una gran muchedumbre de toda clase de edades deseosas de ayudar. Una Señora fuera de si gritaba, paralizada al ver la magnitud de la tragedia:

¡Que horror, que horror, que horror, lo que ha hecho este hombre!

Las gentes aportaron mantas, sabanas, vendas, tablas y todos los enseres necesarios para ayudar aquellas personas.

Silvia al enterarse acudió presurosa al lugar de la catástrofe, como no tenía con quien dejar a león lo llevó consigo, siguiendo en dirección al pueblo, por el camino, ya envuelto en las sombras de la noche. Algo tumultuoso y extraño sintió dentro de su ser, un deseo grande de llorar o de hacer llorar.

-¿Qué triste es todo esto?- le preguntó a su perro.

_-¡Si!- pareció responderle león, con triste ladrido. Iba a su lado con trote liviano la cola enroscada y las orejas en alto, fue el primero que desapareció

¡Jamás! Olvidará lo que allá se vivía y la generosidad que derrochaban las gentes ayudando a su semejantes, cuando el perro entró en el vagón más siniestrado, quedó como petrificada no podía moverse quiso buscar a su hermana, pero se desvaneció rodando por el suelo siendo también atendida por un voluntario.

Cuando despertó se encontraba en el hospital y el voluntario que le atendió se encontraba a su lado. Llamó a una enfermera.

-¿Dónde estoy? Preguntó.

Señorita no se preocupe, se encuentra bien, en unos momentos llegará su madre.

Mi hermana y mi sobrina,- ¿Cómo se encuentran?

Han muerto, contestó la enfermera ¡No ¡ es imposible, eran las personas más amables y lindas de este mundo.

Ya han pasado unos meses, Silvia sigue en tratamiento, la fuerza del amor que le profesa el voluntario y la compañía de su inseparable perrito la hacen sentirse un poco mejor, sin embargo grandes remordimientos luchan en su cabeza, emociones fuertes que le hacen sentir culpable, hoy ha pensado en su madre, ella ha perdido a su hija pequeña y a su nieta, sin embargo con una gran resignación lo lleva. Tengo que pensar como ella diciendo:

-Como eran las dos tan buenas Dios se la llevó al cielo, pero sus cabellos cada día es más blanco y su tez más arrugada.

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