Moriré siendo de ti

1.1K 84 38
                                    

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~


Habían pasado diez años desde que el alma del faraón Atem se había quedado en el presente junto a su amado oji-amatista, el pequeño Yugi se convirtió en un hombre guapo y muy culto, estudió y se convirtió en un gran arqueólogo siguiendo los mismos pasos de su abuelo; debido a esto viajaba mucho, Yami se había dedicado a cuidar la tienda de juegos del abuelo de Yugi después de que éste murió, su abuelo ya era un hombre grande de edad así que el oji-amatista entendió perfectamente que esa era la ley de la vida, además no estaba sólo porque tenía consigo a su Yami.

A pesar de los constantes viajes del menor las cosas entre él y su Yami estaban muy bien, cada vez que Yugi llegaba de uno de sus largos viajes recompensaban todo el tiempo que habían perdido al estar separados, eran una bella familia conformada por solo dos personas y no necesitaban más.

Era domingo por la noche, habían pasado tres meses desde que Yugi había partido a una expedición a Egipto, eso solo significaba una cosa, esa noche llegaría el oji-amatista y su Yami lo esperaba muy feliz, extrañaba tanto a su pequeño compañero, en vez de que la distancia y los meses sin verlo lo hicieran cansarse de esperar al pequeño eso reforzaba aún más lo que sentía por él.

Yami tenía mucho tiempo libre así que aprendió a cocinar muy bien para poder complacer a su amado Yugi con su comida y esa noche no era la excepción, el tricolor mayor se encontraba preparando la cena cuando sonó el teléfono.

—Residencia Mutou, ¿con quién tengo el gusto? –respondió alegremente.

—Hola amor –se escuchó del otro lado de la bocina la voz del pequeño tricolor que se había vuelto un poco más gruesa y masculina –El vuelo se retrasó unas horas, pero estaré llegando a la casa en menos de dos horas.

—¡Hola cielo! –respondió el tricolor mayor emocionado –No te preocupes amor, lo entiendo, yo esperaré el tiempo necesario para verte –mencionó feliz.

—Entonces nos vemos pronto amor, te amo –respondió el menor con gran felicidad –Hasta dentro de un pequeño rato –dijo colgando la llamada.

El oji-amatista había decidido antes de hacer la expedición que esa sería la última vez que se separaba de su Yami, así que renunciaría y se encargaría de la tienda de juegos con el oji-rubí, Yugi también extrañaba mucho a su oscuridad y sabía que aunque a su amado no le afectara el trabajo de él no estaba bien que su relación fuera así.

El reloj marcaba las diez de la noche, el tricolor mayor estaba sentado en la mesa mirando el constante cambiar de las agujas del reloj, ya habían pasado las dos horas y su pareja aún no llegaba y eso le empezaba a preocupar un poco.

Lejos de ahí el pequeño tricolor se encontraba tomando un taxi para ir lo más rápido posible a su casa, quería llegar y abrazar a su Yami, solo ansiaba tres cosas: aspirar su suave y varonil aroma, sentir latir su corazón al compás de sus caricias y volver a probar sus dulces y tersos labios que tanto le encantaban.

El taxi iba rápido, una gran llovizna comenzó a caer en la ciudad, esto afectaba un poco la visión del conductor, al dar vuelta en una de las esquinas el taxista no pudo esquivar un auto que venía a toda velocidad en el mismo carril que en el que iban ellos, fue un choque terrible, en el que los dos conductores murieron al instante, al tricolor no le había ido mejor, el colapso de su cuerpo fue grande, quedó muy lesionado y había perdido la conciencia, otros de los conductores que habían podido frenar a tiempo antes de provocar una carambola acudieron a ver si había algún sobreviviente, tomaron el pulso vital de los tres dándose cuenta de que el único que seguía con vida era el tricolor, rápidamente llamaron a la ambulancia.

Moriré siendo de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora