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La noche me encontró lejos de casa. Y en vez de dejarme atrapar por mi oscuridad, ella sólo se preocupaba en cuidar su alma. La realidad es que el alma se cuida sola. A no ser que se la vendas al diablo, pero eso es otra historia. Al alma le gusta correr detrás de alguien, tratando de alcanzarlo para hacerse la vida especialmente en las noches de luna como ésta.

Ella me agarro la mano. la encontré en sus ojos y le dije
-No te preocupes por tu alma que no la vas a perder conmigo, además, ella ya está demasiado acostumbrada a respirar tu aire.

La mire sonreír, y antes que esa sonrisa muriera y se transformara en respuesta, cerré los ojos y la bese.

En ese mismo momento, ella le dio permiso a mis labios para dejarlos sentir. Sin saber que en esos besos que intercambiábamos, se iba mezclando el aire que alimentaba su alma.

Desde ese día en adelante, el alma de ella y la mía siempre mirarían hacia el sur, o cualquier lugar donde el otro esté. Empujándola a su destino. Confundiéndose en besos. Buscando volver a ese aire que encontró sólo en mi o en ella, entre los labios de nuestras bocas.

Cartas Que Se Lleva El VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora