El Comienzo

19 1 0
                                    

Me llamo Felipe Sánchez y soy un asesor de negocios. Hoy es mi primer día en una nueva empresa y creo que llegó tarde, así que... En fin, desearme buena suerte.

Voy a entrar por la puerta del edifico de oficinas y, de repente, comienza a soñar mi móvil, exactamente la canción de Con pan y mantequilla de efecto pasillo. En aquel momento todo el mundo me mira y comienza a cuchichear. Pero claro, mejor ahora que en mitad de una reunión; además, mientras cuchicheaban m dió tiempo a poner el móvil en vibración; gracias a dios q lo hice. Ya que, pasados unos segundos, se me acercó un hombre blanco, que iba vestido con una camisa blanca y un traje gris. En aquel instante yo me sentía muy avergonzado y humillado, pero no le iba a hacer un feo a aquel señor llendome a otro lado, así que m comenzó a hablar:

-Hola, tú debes ser el nuevo;- dijo el con voz temblorosa-¿verdad?-

- Sí, soy yo- dije yo un poco asustado.-y usted es...-

- Ah! Sí, perdona, yo me llamo Oscar Bermudo.-dijo él, ya un poco más relajado.-Y tú eres Felipe Sánchez, a que sí.-

-Sí, es cierto.-

-¿Quiere que le lleve a su despacho?-

-Claro, prorupuesto.- dije yo muy decidido.- Pero...¿Antes no debería conocer a el jefe?-

-A mí no me han dicho nada de eso.- dijo Oscar un poco extrañado.- Además, mejor que no le conozcas.-

-¿Por qué?-

-Porque, según cuentan los rumores, es el diablo en persona. Créeme, mejor que no le veas, la única vez que se reunió con nosotros fue para hacer reducción de personal.-

- Ah, bueno, sì mejor que no le conozca.- dije un poco aterrorizado.-

Nos dirigimos hacia el despacho, durante el camino me estuvo explicando como funcionaba esto.

Cuando llegamos me dijo una última cosa " si rompes algo te despedirán". ¡En qué clase de sitio te despiden por romper sin querer algo!

En el despacho había una mesa, al fondo, junto a la ventana. Sobre la mesa había un poeta lápices vacío, un ordenador y un montón de papeles desordenados. A su derecha, junto a la pared, hay una esrantería llena de cajones, que, al igual que el portalápices está vacío. Y, por último, un jarrón con una planta, estaba tan seca que parecía que estaba muerta, al lado de la puerta. Que asco de despacho, pero no me extraña, si el jefe no viene por aquí nunca, normal que todo esté así.

Bueno me voy a poner a trabajar, que se me hace me hace tarde.

. . .

El Crimen PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora