Prólogo.

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Eran pasadas las 8 de la noche cuando James Maslow, uno de los iconos mas reconocidos de las bellas artes en el siglo XXI entró al salón de convenciones Rome Marriot en Italia, con pasos firmes y decididos caminó hasta su asiento en la primera fila. En el salón se encontraban como máximo doscientas personas que ante la presencia del señor Maslow comenzaron a susurrar exclamaciones como "¡Qué está haciendo él aquí!".

Las paredes del salón eran totalmente blancas con un piso de caoba y dos grandes ventanales, uno del lado derecho y otro a su izquierda, ambos cubiertos por cortinas azul rey, un gran candelabro colgaba del techo proporcionando luz al salón, en la tarima se encontraban dos mesas cubiertas con manteles blancos y detalles dorados, en la parte trasera había una gran pantalla y enfrente de esta un caballete con una fotografía aun cubierta. 

La mayoría de las personas se paseaban por la habitación examinando las pinturas y leyendo la información que venia debajo de cada una. Maslow tomó asiento jugueteando con sus dedos y de vez en cuando intercambiando algún comentario con sus colegas o incluso saludando cordialmente a las personas que se acercaban a el.

Cuando el presentador solicitó que los asistentes tomaran asiento, Maslow se quedo solo y en silencio.

El murmullo se fue apagando hasta desaparecer por completo cuando un hombre perfectamente trajeado se dirigió al podio.

Luego del discurso para explicar el motivo de la subasta, aclarar las normas y agradecer la asistencia de algunos individuos, entre ellos Maslow, empezó la subasta.

Pasaron horas que para James parecían años, parecía que nada lo había cautivado, a pesar de que adquirir una obra no era su objetivo había tenido la esperanza de encontrar algo nuevo, fresco, que lo cautivará, sin embargo, no sucedió, no hasta la ultima pintura, aquella en la que podía apreciarse unos ojos increíblemente bellos, incluso se atrevía a decir que eran los mas bellos que había visto, eran unos ojos color hazel, tan brillantes como un diamante, haciendo un conjunto perfecto con sus largas y negras pestañas y unas cejas perfectamente delineadas, una mirada simplemente cautivadora.

– Daniel Valois, nacido en 1959, fue quien pintó esta obra, después de pintarla desapareció y hasta el momento nadie sabe de él, se estima que fue terminada en el 2012. Según la descripción no son los ojos de una mujer real, el pintor afirma que sólo los había visto en sus sueños.

Nadie se movió, James esperaba que alguien lo pidiera pero no fue así, el hombre del podio no se veía sorprendido.

– Los ojos de mis sueños, de Daniel Valois. Se subastará a un precio de mil dolares, ¿Alguien? -anuncio.

Maslow se quedó en silencio unos segundos esperando que alguien alzara la mano. Cuando vió que nadie estaba interesado, el mismo alzó la mano, las miradas se posaron en el.

– Mil dolares -gritó y el sonido de su voz hizo eco por todo el salón.

– Tenemos mil dolares, ¿alguien ofrece mil quinientos?

De nuevo la sala permaneció en silencio y lo único que Maslow podía ver eran caras de confusión dirigidas a el.

– Mil dolares a la una, mil dolares a las dos... ¡Adjudicado! -exclamó el hombre de cabello plateado.

James no sabía si lo que acababa de hacer era una locura, había ya escuchado que esos ojos no pertenecían a ninguna mujer pero eso no logró apagar su interés por encontrar a la dueña de los ojos hazel.

Los ojos de mis sueños » James MaslowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora