Capítulo uno

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Recuerdo haber cubrido mis oídos con mis manos mientras del otro lado de la habitación estaban mamá y papá peleando, pensaba que algún día iba a poder acostumbrarme a eso, pero no fue así. Era un niño pequeño, no lo soportaba.
Por un momento todo parecía haberse calmado, hasta que escuche los gritos de mamá una vez más, las cosas se rompían y papá lloraba. Lo que sucedió después fue demasiado rápido. Desde mamá armando las valijas, hasta la nueva casa en Los Ángeles. Tenía sólo ocho años, pero de todas formas no pregunte, sabía exactamente lo que pasaba; no iba a volver a ver a papá. Una vez que nos fuimos no había vuelta atrás.
Bueno, en realidad eso fue lo que creí. Ahora, ya con mis dieciocho años cumplidos, la secundaría terminada, mis trofeos de baloncesto y una universidad esperándome no creí que nada pudiera llegar a salir mal en mi vida. Pero me equivoqué. Un llamado del Sr. Mitman pudo cambiarlo todo.
Él dijo que mi padre estaba enfermo, que no le quedaba mucho de vida y que me necesitaba a su lado. No pude evitar que algo se rompiera dentro de mi al escuchar eso. Necesitaba ir a verlo, estar con él y asegurarme de que estuviera bien, aunque supiera que no era así. Él me había parecido el mejor padre del mundo cuando era un niño, yo sabía que el problema no era yo, también era consiente de que el era un buen hombre, simplemente el y mamá nunca debieron amarse, porque no le encuentro otra explicación al hecho de que lo único que hacían era pelearse.
De todas formas, yo sabía que el me necesitaba, así que viaje hasta California. Al principio Julia, mi madre, se puso histérica, me gritó y prometió no volver a hablarme si regresaba a este lugar, pero pude hacerla entrar en razón y vine.
Al recoger mi equipaje miré a mi alrededor esperando encontrarme al Sr.Mitman, pero no lo veía desde hacía años y dudaba mucho que pudiera reconocerme o que yo lo pudiera reconocer a él, pero de todos modos seguí buscando, aferrándome a ese vago recuerdo que tenía de él.

-¿Noah?- Era la voz de una chica- ¿Noah Wilson?

Una rubia con un vestido ajustado color rosa y zapatos de tacón estaba frente a mi. Su cara me resultó extrañamente familiar, pero no sabía quién era.

-Si, soy Noah.- Respondí con una sonrisa.

-¡Oh por Dios! Hace tanto tiempo no te veía..- Se tapó la boca con su mano, y antes de que pidiera siquiera preguntarle quien era se abalanzó sobre mi rodeandome con los brazos.

Claramente este no era la forma de la que esperaba que me recibieran una vez que estuviera de vuelta en California luego de varios a años, pero no me molestaba.
La aparte de mi intentando ser lo menos brusco posible, porque ella no parecía querer soltarse.

-Lo siento, pero.. ¿Tu quién eres?- Pregunté intentando reconocerla, no parecía tener más de 20 años.

-Veo que no te acuerdas de mí, no importa.- Estiró su mano presentándose- Soy la hija de Oscar Mitman. Mich..

-¿Alicia?- Miles de recuerdos vinieron a mi mente en pocos segundos; desde las vacaciones que habíamos pasado juntos hasta las noches enteras sin dormir por las historias de terror que su hermana nos contaba para asustarnos.- No puedo creer que no te haya recordado.- Tomé su mano para estrecharla con la mía, pero ella la sacó rápidamente.

-No.- Parecía ofendida- No soy Alicia. Soy su hermana mayor, Michelle.

- Lo siento- Me disculpé- Pero ha sido un largo viaje, y hace años no venía, todavía estoy un poco perdido.

-No importa, lo comprendo.- Una sonrisa volvió a aparecer en su rostro y me hizo señas para que la siguiera saliendo del aeropuerto.- Mi padre no ha podido venir por temas del trabajo, así que tuvo que enviarme a mi. Espero que no te moleste.

-No, no hay problema- Contesté mientras avanzábamos entre los miles de autos del gran estacionamiento.- Así que.. ¿Cómo has estado estos años, Michelle?

No Te Lleves AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora