Parte 1

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Los sueños no se desvanecían para Luna, porque soñar era lo mejor que sabía hacer. 

Luna era callada y ausente. 

En ocasiones hasta triste. 

Luna no pedía nada pero siempre daba todo su esplendor a los demás, sin importarle nada.

 Las noches eran frías para Luna. 

Cuando se encontraba sola dibujaba estrellas en la pared de su cuarto, porque se sentía menos sola y menos triste. 

Entonces empezaba la fiesta. 

Luna bailaba haciendo así volar los flecos de su vestido desgastado. 

Saltaba y bailaba con su compañero de sueños, Don Rodolfo. 

Don Rodolfo era su amigo y su hermano, su acompañante de lágrimas, penas y bailes, todas las noches. 

Aunque tan sólo era un oso de peluche con un sombrero de copa, para Luna, Don Rodolfo era todo. Entonces Luna le hacía su reverencia a Don Rodolfo, le agarraba de sus blandas extremidades, y giraba y giraba sin parar, sonriendo cada vez más. 

De repente Luna apareció en un inmenso castillo que parecía sacado de un cuento, en medio de una sala enorme, llena de niños y niñas bailando junto a sus peluches, y Luna parecía feliz. 

Era feliz. 

Entonces Don Rodolfo cobró vida:

-Ve a bailar Luna, aquel chico te está esperando. 

Le dijo Don Rodolfo sacándose un collar del sombrero y ofreciéndoselo amablemente.

Luna agarró el collar y se lo puso. Era el collar más bonito que había visto nunca, y dirigiéndose hacia el chico, veía como Don Rodolfo empezaba a bailar con los demás peluches.

Luna se puso enfrente del chico que la miraba sonriendo:

-Cómo se llama mi señor? - preguntó Luna.

-No soy señor todavía, tan sólo tengo 15 años. Me llamo Abel. -Contestó él soltando una risa.

-Yo soy Luna y tenemos la misma edad.

-Lo sé, te estaba esperando, Luna.

Y agarrándola de las manos empezaron a bailar y a saltar.

La noche parecía día para Luna. Las luces de colores adornaban los escalones del castillo y las columnas, y se servían caramelos de todo tipo y sabores para todo el que quisiera.

Incluso había una gran fuente de chocolate caliente en una esquina de la sala, dónde al lado un señor muy curioso vestido con prendas muy extrañas servía helados.

Una banda de músicos, tocaban sin césar una sinfonía muy alegre, tan alegre que Luna y Abel seguían saltando y riendo dando vueltas por toda la sala.

De repente empezó a nevar dentro del castillo. 

Era como un polvo celestial que al tocar con el vestido desgastado de Luna lo transformó en un precioso vestido azul, que brillaba como sus ojos, ya que aquel polvo mágico había quedado incrustado en forma de destellos por toda la tela.

-¿Has visto Luna? Los sueños también se pueden hacer realidad. - dijo Abel sonriendo.

-¿Acaso esto es real?- preguntó Luna dudosa.

-¿No lo ves, Luna? ¿No sientes mis manos tocando las tuyas? ¿No oyes la música?

-Si así fuera, ¿como puedo saber si de verdad es real?

Y entonces Abel besó a Luna.

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⏰ Última actualización: May 11, 2016 ⏰

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Los sueños de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora