- ¿Crees que lo suyo va en serio?
-Si quieres mi opinión,
¡lo mejor sería que no!
A la vez que intercambiaban estas palabras sibilinas* , Teo y A de la entraban en la panadería. Era un ritual.
Cuando volvían juntos del colegio, siempre paraban para llenarse los bolsillos de caramelos y compartirlos luego en el camino de vuelta.

ESTÁS LEYENDO
La Calle Del Miedo
De TodoUna tarde que volvía solí a su casa,Teo fue testigo de una agresión. Petrificado, ni siquiera fue capaz de escapar y el agresor, que era enorme, le amenazó con cortarle el cuello su le contaba a alguien lo que acababa de ver. Teo se asustó muchísimo...