Marcas

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Desde la antigüedad, cada cierta generación de niños nacían especiales. Ellos eran conocidos como "Los elegidos", 6 de estos niños especiales ("alfa") tenía habilidades únicas y se destacaban en algo. Mientras que sus contra partes (Omegas) eran débiles físicamente, pero ellos se encargaban de "controlar" el poder de los otros 6. Es decir, podían hacer que fuesen chicos "normales" y procrearan una familia propia con su destinado, sin importar el sexo de su Alfa.

Cada generación variaba, esta vez lo niños habían crecido destacándose en el básquet ball. Los elegidos alfas eran fáciles de reconocer (fuertes, imparables, ágiles, gran mentalidad) ellos eran conocidos como la Generación de los Milagros, pero dentro del equipo se encontraba un Omega.

Ellos desconocían que eran elegidos, lo sabían hasta que la "Marca" aparecía y eso sólo significaba que ya habían cruzado su camino con su Alfa u Omega. Estás marcas eran idénticas en ambos, conformé se vieran la marca se hacía más visible. No podían negarse a la atracción, hasta los enemigos no podían resistirse al llamado de su pareja. No importaba el físico o estatus social, la atracción era única y jamás podría romperse.

Esto nos lleva a los actuales Elegidos... la luz y la sombra de Seirin.

Tiempo actual: Celebrado la Winter Cup.

Después de haber ganado el torneo y responder a las preguntas de la prensa se dirigieron a casa del pelirrojo y ordenaron comida a domicilio, ya que éste estaba exhausto para cocinar.

Todos fueron invitados (Seirin, Aomine, Sakurai y Momoi; Kise y Kasamatsu; Murasakibara y Himuro; Alex y Kagetora; Midorima y Takao. Y por increíble que pareciera, Rakuzan. Para celebrar también el regreso del antiguo Akashi Seijūrō.

Al entrar al departamento más de uno se asombró con la dimensión y lo limpio que se encontraba el lugar.

—¿Qué? Me gusta mantener limpia mi casa— dijo quitándose la mochila —Si desean bañarse en las 5 puertas del fondo están las recámaras con el baño y toallas— dijo y comenzó a jalar los sillones para dar más espacio.

Kise rápidamente vio el sonido, encendió, conecto su celular y ambientó la fiesta.

Los chicos se esparcieron por la sala y algunas a ocupar los baños. Murasakibara y algunos de Seirin dejaron las compras en la cocina. En lo que llegaba la cena, Taiga y otros que cocinaban prepararon algún aperitivo rápido.





Miraba fijamente su luz, Kagami Taiga. Kagami le hacía sentir cosas que jamás había sentido. Se sentía atraído por el pelirrojo, como si ambos fuesen imanes llamándose. La marca que apareció cuándo conoció a Kagami ardía —Dios....arde. No entiendo por qué— pensaba mientras disimuladamente acomodaba la muñequera donde estaba su marca. Mitad sol, Mitad oscuridad.

Mordió sus labios para contener esas ganas de lanzarse a los brazos del pelirrojo —Ka.. Kagami—kun yo.

—Kuroko me gustas— dijo el pelirrojo completamente nervioso.

El pelo celeste le causaba sensaciones familiares pero mucho mejor y más excitantes. Siempre que entrenaban y jugaban tenía que contenerse para no lanzarse y atacar a su sombra. El aroma que éste desprendía lo volvía loco, y también estaba el hecho de que desde que lo conoció, cerca de su pelvis había aparecido un tipo de tatuaje o algo con forma de mitad sol y mitad sombra.

Tetsuya se sonrojo a no más poder, su corazón latía de forma descontrolada y la emoción crecía en el —yo.... Me gustas... También me gustas

Taiga sonrió y se aproximó al pelo celeste —¿Quieres ser mi novio?— preguntó de forma seductora.

—Sí— respondió entusiasmado.

Taiga llevó su mano a la mejilla blanca, le levantó un poco el mentó y besó de forma delicada esos labios rosados que tanto anhelaba.

—nghh~— gimoteo un poco Tetsuya ante el placer que sentía y más que eso su Tatuaje le quedaba. Así como también al pelirrojo.

—ouch— dijeron ambos. Al escuchar la queja de los labios ajeno, Tetsuya se descubrió el área de su muñequera mostrando la mitad sol y sombra completamente roja.

Taiga la observó, era idéntica a la suya. Apartó la mirada del pelo celeste y bajo su mano hasta su pantalón, descubriéndose el área de la pelvis y mostrando su marca a Tetsuya.

—Tú... También— murmuro muy sonrojado al ver la piel que le mostraba el pelirrojo y parte de su vello púbico.

—Sí. Apareció cuando llegué a Seirin— confesó sonrojado y subiendo su pantalón.

—La mía también— respondió sonrojado.

Taiga se dejó caer en piso y jaló al pelo celeste, quedando éste sentado en horcajadas sobre su regazo. Rápidamente atrajo el cuerpo de Tetsuya y comenzó a besar lo —I like you, Tetsuya— dijo juntando sus frentes y entrelazando sus manos.


Mientras eso sucedía en el balcón; en la sala, Kise Ryōta se encontraba bailando y sacudiendo sus caderas de forma seductora con Takao Kazunari.

Cierto pelinegro estaba furioso y siendo detenido por Imayoshi —¡Suelta me! Tengo que separarlos— dijo tratando de zafarse del agarre del otro pelinegro.

—No ganarás nada y Kise se molestará contigo. No sé qué te pasa, pero sé que lo odias. Si haces algo él se pondrá triste— dijo Imayoshi tratando de calmarlo, aunque realmente ya sabía los sentimientos de ambos pero eran tan tontos que no se daban cuenta.

—Yo no lo odió— respondió enojado. De pronto se aflojó el agarre y pateó a Kise en la primera oportunidad.

—¿Qué demonios?— grito furioso al sentir el golpe.

—Deja de bailar así. Sólo te ves asqueroso— dijo sin pensar.

Ryōta abrió completamente los ojos, él había estado bailando así para atraer lo pero nada funcionaba —Moo~ ¡Qué malo, sempai!— dijo con la voz completamente quebrada y al borde del llanto, dio la vuelta y se metió a la primera puerta que encontró. Era doloroso saber que Kasamatsu Yukio jamás lo vería como pareja.

Yukio se había quedado petrificado al ver la mirada llena de dolor del rubio.

—Si serás Kasamatsu. Iré a reconfortar mi Ryōta— dijo Daiki dirigiéndose hacia donde el rubio. Esperaba que esas palabras ayudaran despertar al enano, sin darse cuenta de que un castaño lo observaban al borde del llanto y chocó manchándose la ropa.

Yukio empujó a un lado Daiki y se metió a la recámara. Estaba completamente oscura, se escuchaba el llanto de Ryōta desde una esquina de la habitación —Kise... Lo siento— dijo apenado al ver al rubio en ese estado.

Ryōta brico al escuchar a Yukio —No tienes que disculpar te, pues tienes razón, soy asqueroso, Kasamatsu— dijo limpiándose las lágrimas y con su tono de voz normal y no la infantil.

Yukio llevó la mano al corazón, Kise nunca lo había llamado por su apellido —No eres asqueroso, ni nada parecido... Eres muy guapo— dijo con sus mejillas sonrojadas.

Ryōta miró a Yukio, lo notó desviando la mirada y sonrojado. Su corazón comenzó la latir de forma descontrolada —¿Soy guapo?— cuestionó acercándose de forma seductora.

Yukio notó el tono de voz que le causó un escalofrío en la espalda, con sus mejillas sonrojadas y labios entre abiertos miró a Kise. Éste tenía una mirada única, ya la había visto cuando se quedaban solos. Tuvo la necesidad de salir de esa habitación, al girar el pomo de la puerta, ésta fue empujada y se escuchó claramente como le ponía seguro —¿Q—qué haces?— logró decir.

—¿Soy guapo... Yukio?— preguntó nuevamente de forma seductora y una mirada única, acercándose cada vez más a los labios del pelinegro.

Yukio se sintió desfallecer, sus piernas comenzaron a temblar y su corazón a latir rápidamente. Lamió sus labios por los nervios que tenía.

Ryōta lo notó y definió con pulgar el labio inferior del pelinegro —Y—U—K—I—O— dijo aproximándose a los labios de su sempai.

Yukio se aferró al a la chaqueta de Ryōta, y permitió el besó. Los labios entraron en contacto, el besó fue calmado y pausado. Ambos tenían los ojos cerrados y al separarse los abrieron —¿Por qué?— preguntó.

—Porqué te amo. Me gustas, siempre me has gustado— dijo tomándolo de las mejillas.

—Pero.... Eres modelo ¿Todas esas mujeres y Aomine?— preguntó al borde de las lágrimas.

— Esa es mi profesión, nunca he salido con ninguna de ella y menos con Aominecchi. Él es mi amigo y yo... Nunca he tenido novia o novio— dijo con sus mejillas sonrojadas.

—¡Imposible! Tú no...— no pudo terminar de hablar por qué Ryōta lo besó nuevamente.

—Es posible... Nunca he tenido pareja y ...sigo siendo virgen— dijo sonrojado.

Ha Yukio lo golpearon duro las palabras del rubio y de sonrojó a morir —I—idoota.

—Soy tú idiota— dijo riéndose.

—No eres mío— dijo enojado.

—Claro que sí. Lo soy desde que me salió esto— soltó a Yukio y comenzó a bajarse el pantalón.

—¿Qué haces?— preguntó sonrojado al ver las acciones del rubio.

—Tú también la tienes— dijo mostrándole un lado de su cadera.

Yukio observó la marca, era idéntica a la de el: un hueso. A excepción que la suya estaba en su espalda baja —¿Cómo la...?

—Apareció cuando te miré por primera vez. Ardió mucho, la cubrí con un parche por las sesiones fotográficas— explicó.

—Eso significa...— Ryōta lo volvió a besar.

—Significa que eres mío y yo, soy tuyo— dijo dejándole marcas visibles en el cuello.


La marca de los elegidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora