Para qué les voy a mentir, creo que tengo fiebre uterina, el cual es un raro trastorno que afecta a mujeres que desean tener durante todo el día sexo, tirar alocadamente, en cualquier lugar y a cualquier hora, no es un fetiche, no lo quiero ver como una enfermedad, llamémoslo simplemente una rara condición, posiblemente heredada de alguna cruza mal hecha entre alguno de mis antepasados.
La cosa, y yendo al grano para no aburrirlos con circunloquios y fluir de la conciencias mal hechos, es que desde el miércoles de cenizas que no tiraba con nadie, a pura manito me había mantenido, imagínense! Más de un mes sin cacha, estaba estresada, no me podía concentrar en los estudios, mi pelo estaba lacio y las uñas quebradizas, la piel seca y mi chochi con telarañas. Era como si me hubiese vuelto virgen de nuevo! Estaba segura que diosito me estaba castigando por algún pecado cometido en una de mis vidas anteriores.
El viernes era el día! Mi carrera, Medicina, realizaría una ceremonia de bienvenida a los alumnos de primer año, llamada "El Viaje". Después de esta ceremonia se organiza un carrete al más puro estilo chilensis. Me desperté contenta, feliz, estaba dispuesta a tirarme cualquier cosa que caminara, al ir al baño, y hacer mi pipi de la mañana, me doy cuenta que fluía ese horrible líquido rojito tan característico de las mujeres, pa' que decirles que me puse a llorar, no podía creer mi mala suerte, definitivamente los ángeles me estaban tratando de decir algo, Dios quería que siguiera en la senda del bien y la abstinencia. Me sobrepuse como pude, fui a clases, almorcé, conversé con mis compañeros e hice mi día normal, obviamente con depresión por dentro, las ganas se me fueron a la puta, y tomé la decisión de ser monja.
Así pasó la noche, viví la ceremonia como todos, ayudé a guiar a los mechones, cooperé ordenando todo, conversé con mis amigos de toda la vida, y tomé lo típico, siempre pensando que la única cosa que tendría metida adentro de mi cuerpo iba a ser el maldito tampón.
En eso se me acerca uno de mis amores platónicos de toda la vida, un curso mayor que yo, imagínense queridas amigas: alto, ojitos verdes, con una sonrisa hermosa, con todos sus músculos bien marcaditos, un ser anatómico ideal para estudiarlo de pies a cabeza. Varias veces habíamos conversado, pero sólo como de amigos, y se me acercó esa noche, estuvimos conversando mucho rato, de lo humano y lo divino.
En eso me toma de la mano y me saca a bailar. ¡Bailaba como los dioses! Un movimiento de caderas que ni les cuento, me daba vueltas, me subía, me bajaba, un bailarín experto de esos que se ven en la tele, es que no podía ser más perfecto el weon!!!
La música cambia, ponen bachata, me acerca a su cuerpo y se pone a cantarme bajito, sentía su respiración olorcito a menta, mientras sus ojitos verdes me miraban la boca. Hasta que finalmente nos besamos...
Luego, me toma de la mano y me dice que nos vayamos a un lugar más piola. Nos vamos al sub terraneo de la facultad, mientras nos seguíamos comiendo, me lleva a una de las salas del fondo. Ahí en lo oscurito comiéndonos de lo lindo, comienza a quitarme la polera y besarme el cuello, y su mano comienza a bajar hasta mis pantalones, cuando ... la puta que llevo adentro, se acuerda que andaba con la regla y lo paro, le explico la situación, sonríe y me dice: no importa.
NO IMPORTA!!!!! Dios me estaba poniendo a prueba, me saca los pantalones, él se saca los suyos, en pelota ahí en el subterráneo, me chanta su miembro en mi vagina con telarañas!!! Cuando me acuerdo que el weon me lo había metido con tampón y todo!!! Y yo queriéndome morir, le dije que parara, que me dejara sacarme la estupidez que tenía adentro, la empecé a buscar, y no la encontraba! El tampón se había ido para adentro de mi vagina, ¡imagínense queridos amigos! Me dice que me calme, me pone en posición ginecológica y usando todo lo aprendido mete sus dedos en mi cuerpo, la wea parecía película de terror, lamentablemente nunca la encontró. Sabe dios qué habrá pasado con mi querido amigo tampón. Obviamente al día siguiente fui a urgencia, y nadie encontró nada, por lo que hoy vivo feliz con mi pelo brillante y mi piel tersa y humectada.
Quizás los procesos fisiológicos hicieron de la suya y mi vagina, por arte de magia, expulsó al ser antes de que entrara otro, o simplemente el amigo de ojos verdes lo sacó sin que me diera cuenta.
Para qué decirles que hoy estoy más concentrada, la vitalidad volvió a mi y comprendí que la vocación de monja no es la correcta para alguien que sufre fiebre uterina.
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La Chica que quería ser monja
HumorUna serie de historias de mujeres con fiebre uterina