Dos

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Señor ancla mis pies en la tierra y nuestros ojos en el camino, y no nos dejes olvidar a los ángeles caídos que, queriendo elevarse, se quemaron contra el sol y perecieron en el mar con las alas derretidas. Señor, ancla mis pies en la tierra y mantén mis ojos en el camino para que nunca tropiece.

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