Todos los días a todas horas te escribo,
algunas veces con amor, otras con
odio y muchas otras con
desesperación.
No me he podido quitar este vicio de
la mente,
dejar de escribirte así no leas.
Te mostré el mejor verso que tenía
y saliste asustado ¿ miedo, sorpresa?
No lo sé.
En cualquier caso, lo seguiré haciendo
escribir letras para ti
pero esta vez con tinta invisible;
crearé un código secreto
para que pienses que es para otro
aunque siga siendo de ti.