Margrub ville. Ciudad de gritos.

961 19 3
                                    

  Hacía mucha calor, demasiada para mi gusto, y lo mejor de todo es que el maldito aire acondicionado echaba el aire incluso más caliente de lo que ya podía estar fuera. La música era repetitiva y el antiguo mp3 que andaba por casa, estaba quedándose sin una gota de batería. Solía ser paciente, pero estaba empezando a perder la paciencia, el viaje parecía más largo que la última vez. 

  Miré a mi alrededor y la verdad es que el autobús no iba muy lleno que digamos, era gente joven o al menos casi todos. La verdad es que se veían más cascos que personas. Apagué el dichoso aparato, estaba cansada de escuchar una y otra vez las mismas canciones. Miré por la ventana, al principio no presté mucha atención, pero luego me di cuenta que no estábamos haciendo el mismo camino de siempre. No le dí gran importancia, puesto que podría ser otro camino para llegar a mi destino. 

  Estaba sentada a modo de indio en el asiento del autobús, ya no sabía que postura coger o de que manera ponerme para estar cómoda. Estaba aburriéndome de lo lindo y no sabía que hacer. Rebusqué entre el gran bolso tipo mochila que llevaba, buscaba y buscaba algo con lo que entretenerme pero no encontré nada en absoluto. Respiré profundamente y volví a mirar por la ventana. No solía morderme las uñas, pero cuando estaba nerviosa o inquieta lo hacía sin darme cuenta. 

  Comencé a enredar uno de mis dedos entre los mechones de pelo, a veces eso servía para distraerme y relajarme un poco. Miré el reloj, ya hacía más de media hora que deberíamos de haber parado a estirazar las piernas y esas cosas. La verdad es que no tenía muchas ganas de llegar a mi destino. Seguí mirando por la ventanilla con mi entretenimiento de enrollar el mechón. Pude ver como el autobús tomaba un desvío que nunca antes había tomado. 

  Al parar, bajé como todo el mundo para estirar un poco las piernas y tomar el aire, nos dieron como una media hora. Entré al baño del restaurante que había al lado de la gasolinera. Me mojé un poco la cara y me miré al espejo. Respiré profundamente y salí al pequeño bar que había, pedí un refresco y cogí algunas bolsas de snacks. Me senté en unas escaleras y comencé a comer y beber un poco. Me entretuve con el paso de los coches y poco más. Una niña pequeña se acercó algo triste, la miré algo preocupada. 

  - ¿ Te pasa algo cielo ? - la miré sonriendo. 

  Asintió con su pequeña manita restregándose uno de sus ojos. 

  - Ven pequeña - extendí una mano para que la cogiera y viniese conmigo, mientras mostraba una pequeña sonrisa. 

  La pequeña pareció pensarselo - Mi mamá no me deja hablar con desconocidos - susurró con una voz dulce y llorosa. 

  - Podemos ser amigas si quieres - la miré sonriendo aun y la chica pareció alegrarse y asintió. 

  Se sentó justo a mi lado sonriendo y miró la bolsa de patatas. Le ofrecí de la bolsa y ella cogió un pequeño puñado sonriendo. 

  - Gracias. 

  - De nada cielo - sonreí y la miré - ¿ Por qué llorabas bonita ? 

  - No encuentro a mi mamá - hizo un pucherito mientras comía despacito. 

  - Te ayudaré buscarla - le sonreí - mientras esperaremos aquí, ¿ vale ? 

  - Vale - sonrió - ¿ Cómo te llamas ? Yo soy Sally. 

  - ¡Oh! perdona - me sonrojé al ver olvidado tan insignificante detalle - Me llamo Kimberly. 

  Tras las presentaciones, juegos y demás, apareció una mujer muy preocupada y con el rostro bañado en lágrimas. Sally pegó un blinco tras decir en un grito - Mamá - la abrazó con fuerza, sonreí al ver la escena. La mujer la hinchó a besos y tras estar así un buen rato, me agradeció mucho el haber cuidado de su pequeña. La gente empezaba a arremolinarse en la entrada del autobús. Por lo visto Sally y su madre iban al mismo destino que yo. Me subí a mi asiento de nuevo, Sally era de las primeras y yo estaba al final del todo. 

  Pasó como una hora cuando todo empezó a dar vueltas y más vueltas. Se escuchaba el llanto de un niño pequeño y voces de mucha gente entre gemidos de dolor y otros ruidos. Abrí los ojos poco a poco, al principio no veía nada, parecía que todo estaba cubierto con una capa neblina. Me dolía inmensamente la cabeza, a decir verdad, me dolía todo, no había una sola parte de mi cuerpo que no me doliera. Los ojos me pesaban, me pesaban demasiado. Noté que unos brazos intentaban tirar de mi, simplemente me dejé llevar. 

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

E aquí el comienzo de algo totalmente nuevo para mí. En esta nueva historia quiero haceros sentir algo que nunca he probado antes, el terror. Espero poder provocar algo de terror con esto o al menos algo de repelús. Quiero recibir críticas, tanto buenas como malas. Y espero de todo corazón, que os guste :) Muaks

Margrub ville. Ciudad de gritos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora