En la tarde una voz
busca a su dueño ausente en el jardín.
Los pasos miran
y a lo lejos
–siempre a lo lejos miran–
su sombra se ha perdido.
Hoy la voz de la tarde
ha vuelto a casa,
y no mira al jardín.
Ya no hay niños,
ni cantan.
Las miradas se pisan
y a lo lejos
–siempre a lo lejos pisan–
mi sombra se ha escondido.