Mudanza

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Muchas noches, me acuesto pensando en aquella historia...En aquella historia, en la que la aventurera soy yo: Holly. Una chica como tu, que tiene sus miedos y preocupaciones, aunque algunas, si las piensas dos veces te das cuenta de que no vale la pena perder el tiempo en ellas, pero, sin embargo, el mas ignorado de todos puede dar un giro a tu vida...Como es mi caso, por ejemplo.
Todo empezó cuando me mudé aquí, a la montaña encantada, después de una larga y profunda discusión con mi mejor amiga, por que las dos queríamos el único vestido que quedaba en nuestra tienda favorita, por el que ambas llevábamos tiempo ahorrando. Que chorrada, ¿Verdad? Desde entonces, no la he vuelto a ver... Pero es lo mejor para las dos, ya que necesitamos darnos un tiempo de soledad, y esa es la razón por la que decidí venirme aquí; A la montaña encantada. Varios amigos y parientes cercanos me advirtieron del peligro que podía suponer venirse aquí, pero a mi no me importaba, solo necesitaba unas semanas, quizás un par de meses, máximo. Oí hablar de una casita abandonada que necesitaba un par de arreglos para ser perfecta, así que, una mañana, dejé mi ciudad y emprendí mi viaje. Tardé bastante en llegar, y estaba muy cansada, pero valió la pena arreglarla con todo el material que me traía, por que quedó como nueva. No había muebles dentro de la casa. No había nada...Estaba totalmente diáfana, y eso me venia como anillo al dedo para aislarme de todo. Pero en el piso de arriba, había un espejo, cubierto por la parte de arriba con una sabana vieja, que algún día debió de ser blanca, pero actualmente solo se veía el polvo que la invadía.
Para sobrevivir, solo necesitaba mi saco de dormir, comida y agua. No mas.
Salí afuera y me senté en la hierba. El paisaje era maravilloso: Todo arboles oscuros, claros, verdes, amarillos, rojos y de todos los colores bajo un cielo rosado poblado por unas nubes naranjas con formas de personas, que tapaban la luz del sol. Ya estaba todo muy oscuro, pero yo me quedé un rato mas, escuchando el ruido del silencio y de algún que otro insecto, que cantaba alegremente al ritmo del suave viento que jugueteaba con mi pelo...

Tras El EspejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora