Despertarse en un bostezo y sentir que la brisa acaricia tu cara. Levantarse de lo que se siente como arena y volver a despertar. Sacudir tus ropas al ritmo del viento, forzar una sonrisa y comenzar a caminar.
El sol está pesado y encandila, las aguas del mar turbio no me dejan escuchar. Ya me sequé. Pero no encuentro a mi madre. Mientras doy un paseo trágico por la orilla pienso, e intento recordar.
Estábamos yendo de viaje a Brasil por las aguas de alta mar. Había variedad de pasajeros y mi madre y yo al fin compartíamos un momento juntas. Nunca me fue fácil olvidar a mi padre, incluso nunca quise olvidarlo; fue mi madre quien tomó la decisión de hacerme olvidar esa noche para que sea feliz.
Ese fue nuestro primer viaje juntas, y último.
Qué desdicha.
Qué desgracia.
Qué reflexión.
Qué curiosidad.
Gracias.
Desde el camarote se sentían los gritos de gente desesperada cada vez que timbraba. Se suponía que la música de mi radio vieja me haría sentir sola, aún estando en los brazos de mi madre. Algunos pudieron embarcar en pequeños botes y así salvarse; otros, entre ellos mi madre, se sometieron a permanecer en el barco con cualquier riesgo. Yo me tuve que ir.
Ese minuto de escape se me pasó como una eternidad hasta que subí al botecito con las demás mujeres. Es desde ese momento que no tengo noticias de mi madre. El último recuerdo que guardo de ella son sus ojitos café rindiéndose ante la catástrofe, despidiéndose en cinco lágrimas secas.
Ahora la extraño y tengo deseos de verla. Recuerdo que siempre me decía que la vida trae situaciones turbias y confusión, pero que sonriendo, aunque sea forzadamente, sonriendo todo es mejor… se supera más fácil. Nunca amó a nadie como amó a mi padre, ni si quiera a mí, aunque ella lo niegue. Fue su primer amor y crecieron juntos. Cuando nací, dice ella, iluminé sus vidas. A pesar de que la mayor parte del tiempo trabajaba y no compartíamos otra cosa más que la cena, verla sonreír era como convertirse en ave con efecto de metamorfosis y volar.
Sabía de las bombas, pero nunca imaginé que sucedería en el barco que solía navegar mi padre.