Prologo

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Hacía frío. Mucho frío. Me frote las manos y alcé la mirada y ahí estaba ella, mi perdición, resultaba doloroso mirarla, estaba riendo, su risa era la mejor de todas las sinfonías.
Nunca la iba a superar, lo supe desde el primer día que la vi.
Se giró y me miro a los ojos.
Me acerco lentamente. Me siento a su lado y la saludo.

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