Érase una vez...
No, así no. ¿Cómo se me ocurre comenzar así? Esto no es un cuento.
Esto es el Mundo Real.
Dónde te descuidas un sólo segundo, y te apuñalan por la espalda.
Dónde los amigos no son para toda la vida.
Dónde las peleas existen, y siempre terminan destruyéndonos.
Dónde te matan por pensar diferente.
Dónde te discriminan por no querer ser como todos los demás.
Dónde te arrebatan todo en un segundo.
Dónde nadie puede ser mejor, porque es una amenaza.
Dónde es difícil encontrar un lugar seguro.
Dónde día a día, nos estamos matando a nosotros mismos al destruir a nuestro único hogar: la Tierra.
Lo sé.
No suena para nada agradable vivir en el Mundo Real.
Y eso es sólo lo que podemos decir de nuestros tiempos...
¿Qué hay de los antiguos tiempos?
Aquellos tiempos, en dónde te asesinaban por tus crímenes, frente a tu propio pueblo.
Dónde todos veían tu sangre derramándose sobre sus ojos.
Dónde miles y miles murieron en el nombre de la Iglesia.
Dónde un título te daba la mejor vida. Y no tener eso, solo te condenaba a la muerte.
No.
No hemos evolucionado como especie.
No somos mejores.
Sólo cambiamos nuestros métodos.
Somos atroces.
Despiadados.
Monstruos.
Dominados por la ira, la envidia.
¿Y quién va a detenernos?
Algunas veces, lo que más deseo es que haya alguien. Alguien lo suficientemente valiente para acabar con todo.
Incluso con nosotros. Los humanos.
Pero no existe.
Y si algún día llegara... Naciera ese alguien...
Me gustaría verlo.
¿Por qué, sabes que somos, además de unos monstruos?
Unos cobardes.
Nos escondemos detrás de un rifle de guerra.
No somos justos, y te asesinamos por la espalda.
Lanzamos bombas nucleares, mientras estamos sentados frente a un computador.
Celebramos cuando matamos a nuestro enemigo, sin pensar en aquellos inocentes que dieron su vida sin saberlo.
Nos ponemos chalecos antibalas.
¿Por qué no salir, dar la cara, y tratar de arreglar todo?
¿Para qué?
¿Para evitar la muerte?
«Que se mueran los demás. Si yo estoy vivo, todo está bien.»
Lamento arruinarles la felicidad.
Pero, lo único más poderoso que todos, y cada uno de nosotros, es la muerte.
Nadie se escapa.
No hay lugar para esconderse.
Ni siquiera aquel, que lanza la bomba.
O aquel que dispara hacia la cabeza distraída de su enemigo.
Ni aquel, que sale del camino sin salvar a su compañero.
Nadie.
Porque, como ya lo dije,
esto es el Mundo Real.
Bienvenido.
Lo único que puedo decirte...
Es que no te confíes.
Abre los ojos.
El Mundo Real, nunca descansa.
Danya Izazaga.