Flor de Sakura

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Dos miserables almas, expectantes en el silencio.

Una, dejaba resbalar un centenar de lágrimas que se colaban en sus labios, provocándole punzadas en el pecho al sentir el sabor salado de su dolor. No iba a darse por vencida, no podía permitírselo, pero la angustia no sólo de no sobrevivir a la filosa cuchilla de su oponente, sino de verse a ojos ajenos como la mediocre que quedó atrás sin poder superar a ninguno de sus compañeros, era un sentimiento que quemaba dentro de ella, que la llevaba a la desesperación.

La otra, mantenía un semblante aparentemente calmado, mientras que en su cabeza las ideas y los arrepentimientos batallaban por escapar de su mente, escalar entre los deseos del corazón y salir por su garganta. Sus manos picaban por la necesidad de soltar el arma dirigida directo a la nuca de aquella chica que tanto había luchado por mostrarle al mundo su valía, verla arrastrándose en el suelo con la esperanza de huir, llena de heridas profundas, no hacía más que asegurarle que ella no había cambiado en lo absoluto.

— Dios... Te odio — Soltó entre dientes la muchacha, colocando sus brazos como apoyo para intentar ponerse de pie, más regresando rápidamente al suelo por la poca fuerza que ahora tenía en su cuerpo.

El hombre de ojos oscuros había escuchado a la perfección aquel murmuro lleno de emociones, aquellas que casi puedes sentir como te destrozan desde adentro, y no podía estar más de acuerdo con que le odiara. Se lo merecía, merecía todo su desprecio, todo su asco, su furia, todo sin excepción, cada ápice de ello. En cierto recoveco de su corazón, si es que el suyo aún era capaz de sentir algo que no fuese odio, una parte de él estaba feliz de que le odiara, así, podría desprenderse por completo de sus ojos jade que en sueños lo llamaban, de su sonrisa aperlada, de su cabello rosa tan hermoso y particular como su portadora, de su voz melosa, su piel de apariencia suave, y de todos los sentimientos que cada una de aquellas cosas despertaban en él.

Pero si había algo que no merecía, eran sus lágrimas. Y si había algo de lo que en el fondo no deseaba desprenderse nunca, era de la sensación tan fortalecedora que dejaba en él con su deseo de lucha y superación.

— ¡Maldita sea! — Un grito doloroso escapó desde dentro de la chica, quien continuaba llorando llena de impotencia — No puedo creer que después de todo este tiempo... Te sigo amando —

Un frío viento golpeó su espalda y algo en su pecho se removió con violencia, la palabra "amor" de nuevo.

— Búrlate, vamos Sasuke, sabes que quieres reírte porque soy patética — Sus cabellos rosados se movían con el viento congelado, iluminados por los rayos del sol que ahora descendía para dar paso a la noche. — Soy patética... —

La katana temblaba entre las manos del azabache, ¿Hacía cuanto no dudaba de esa forma?.

— Te amo Sasuke — Soltó sin tapujos, clavando la estaca directo al corazón — Te amo, te amo, te amo, ¡Jamás dejaré de hacerlo aunque me mates! — La chica cerró los ojos con fuerza, luchando contra el dolor físico y mental.

Lentamente retiró el arma de su posición original, para simplemente dejarla a su lado, dudando de todo lo que creía ya estaba escrito con respecto a aquella pelirosa.

— ¡Di algo maldita sea! — Golpeó el suelo sin realmente aplicar fuerza.

El silencio pareció abalanzarse sobre la chica, quien aún sollozaba en el suelo, dando repetidos golpes al mismo, en algunos momentos incluso negando con la cabeza, ¿Por qué su corazón le hacía esto? ¿Por qué la ataba a alguien que simplemente le hacía daño?. Las hojas de los árboles danzaban con el viento, mientras las últimas gotas de sol daban luz a la escena que ocurría en un claro perdido dentro del bosque.

— Levántate — La voz del azabache sonó como él, en conflicto, nada como aquel día en el río, donde se escuchó completamente vacía.

La muchacha tomó toda la fuerza que le quedaba en el cuerpo y logró sentarse sobre sus rodillas, para elevar la mirada hacia los ojos negros que la llevaban muy profundo en el abismo. Jade contra obsidiana.

La expresión de dolor en la chica se llevó una duda con otra lágrima que descendía por su mejilla. Ya no dudaba sobre que aquello fuese un engaño para hacerlo bajar la guardia e intentar alguna táctica desesperada o simplemente huir, sus bellísimas ventanas al alma no le mentían sobre lo mucho que dolía amarlo, porque ella en verdad lo amaba.

— Sakura — Un escalofrío recorrió su espalda al escucharlo decir su nombre con tal carga emocional en cada una de sus sílabas, podía parecer tonto, pero a ella le hizo un hueco el corazón.

El azabache soltó un suspiro largo y de igual forma cargado con sentimientos que se escapaba con el viento, ahora él debía actuar. Jamás podría negar lo que aquella niña provocó en él, y jamás podría escapar de lo que siente ahora. Prefería disipar la niebla que caminar eternamente perdido entre sus colores grises. Y por mucho que le costase, admitía que hacía ya algún tiempo la pregunta de cómo se sentiría tenerla entre sus brazos le carcomía el alma tan pútrida que poseía. Lentamente y para no asustarla, se arrodilló frente a ella, soltando la katana al suelo, en signo de que no buscaba dañarla.

— Eres demasiado buena para amar a alguien como yo, Sakura — Su voz se suavizó junto con su mirada.

Las manos del varón subieron hacia el rostro de la chica con intención de tocarlo, ella se apartó con miedo, esto fue un recordatorio para la mente del azabache; nunca podría verlo de la misma manera, porque es una persona horrible, si es que aún puede llamarse persona. Aún así, persistió en su intento de llegar hasta su rostro, hasta el momento donde sus dedos pudieron acariciar las mejillas húmedas de la muchacha quien temblaba debido al frío de la noche que ya estaba sobre ellos.

— ¿Sasuke? — Llamó extrañada la chica.

— Déjame amarte aunque no me lo merezca, sólo por ahora — Declaró robándole el aliento a la fémina frente a él.

Se acercó incluso algo temeroso, con la mirada puesta en los labios rosados de la hermosa flor que se hacía pasar por chica. Sin resistir la tentación un segundo más, fundió sus labios con los de ella en un acto que aún con la belleza del amor, era doloroso. Se apegaron al otro como si sus cuerpos se hubieran extrañado por años, abrazándose casi en un intento de unirse por siempre. Ella jugaba con los cabellos azabaches del chico, mientras que él la tomaba de las mejillas, acariciando la suavidad de su piel.

Las nubes sobre ellos ocultaron la luna, dejando una noche oscura donde comenzaban a caer gotas de lluvia, casi como si el cielo llorara por los trágicos amantes.

Se separaron pronto, quizás demasiado, porque al instante volvieron a unirse en un beso esta vez más necesitado. La desesperación y el amor se mezclaban con lo salado de las lágrimas y el sabor metálico de la sangre, dando lugar a su relación, o lo que queda de ella. Se hacían mal, con objetivos tan diferentes, caminos tan apartados, y aún así, sus corazones se empeñaban en atarlos a alguien que sólo los alejaba de lo que en realidad querían, alguien que los confunde o traiciona, alguien del que todos te advierten, pero nunca escuchas.

El apasionante y desenfrenado desfile de caricias acabó cuando la lluvia se tornó más fuerte, con el frío calándoles los huesos y sus labios negados a dejar de sentirse. Se miraron entre desconsolados y llenos de ternura, era un sentimiento sumamente agridulce el que ahora les recorría las venas.

— Te amo — Dejó salir en un susurro el chico.

— Hasta que por fin respondes — Dijo la muchacha para sonreírle al varón frente a ella, mientras acariciaba su rostro justo como hace segundos el hacía.

No podían escapar de la realidad, aquello era algo imposible, entre la culpa y el arrepentimiento, no existe una salida directa a la felicidad, tendrían que trabajar juntos si querían llegar a ella. Pero en ese claro, bajo la poca luz que se colaba entre las nubes, con las gotas de lluvia llevándose sus preocupaciones, podían permitirse el sentir lo que reprimieron por tanto tiempo, podrían crecer incluso, todo gracias al amor que se tienen. Ella podría ser su flor más bella a admirar en aquel paraje, donde los pecados la tiñen de su color tan particular.

ғʟᴏʀ ᴅᴇ sᴀᴋᴜʀᴀ ┊SasusakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora