Las semana siguiente a esta lúgubre escena de película ella no apareció por ningún lado, ni su amiga o ser que tengamos en común sabía de su paradero.
Esa triste semana me la pasé caminando sin rumbo, dando vueltas por el barrio sin rastro alguno de mi amada.
Uno de esos días de la semana, creo que miércoles, me encontré a una chica encapuchada, llorando en un banco de la plaza. Instintivamente me senté en el mismo banco y la abracé.
La desconocida se apartó de mi con miedo.
-perdón, no te quise asustar. Sólo creía que lo necesitabas- le dije y me largué a llorar como idiota -perdón a veces todos lo necesitamos-
-tranquilo- me dijo secándose las lágrimas y abrazandome.
Sus hermosos ojos verdes, su perfume y sus cálidas miradas me hicieron sentir bien.
Su nombre era Rocío y era gimnasta, creo que lo que de verdad me gustó de ella era su forma de mirarme y acariciar mi pelo.
Obviamente tenía que olvidar a azul ya que su recuerdo sólo me traía lágrimas, por esto decidí llamar a Rocío y verla todos los dias.
-hola?
-hola ro, soy valen el loco de la plaza, que se puso a llorar-creo que eso me hizo quedar como un fracasado.
-holaaa valeen no pude parar de pensarte, nos tenemos que ver.
-genial
La invité al club, se hizo amiga de mis amigos y convivió muy bien con todos, era la típica chica que caía bien a todo el mundo, lo que en las series yankees llaman "popular", bueno esa era ella.
Dos semanas habían pasado y no había rastro de azul, algo que cada vez que lo recordaba me hacía llorar, pero, gracias a esa tarde estaba Rocío a mi lado para besarme. Podía por largos plazos de tiempo olvidarme de azul, pero cada día sin su noticia me hacía peor.
Había olvidado casi usar mi celular esas semanas y al terminar la segunda lo abro y me encuentro con un mensaje de azul.
