Destiny

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El tiempo es una perra, y peor aún cuando estás en la clase de cálculo avanzado más aburrida de toda tu existencia. El maldito profesor ha pasado hablando sobre sumatorias y derivadas por ya media hora y mi cerebro ya no puede más. Con el lápiz en una mano golpeteo el cuaderno al ritmo de la canción que suena por mis auriculares que obviamente he escabullido por mi cabello y por entre mi ropa para que no se noten.
La voz rasposa y masculina del cantante me hace entrar en un pequeño trance, la voz del profesor desapareciendo poco a poco.
Miro mi agenda, hoy es quince de mayo y el baile de graduación se acerca peligrosamente. Nunca he sido parte del gigante grupo de chicas a quienes les encantan los eventos públicos donde pueden conocer a hombres con quienes entablar una amistad o pasar a algo más. Soy un desastre en público y aunque solía considerarme una persona amigable y sociable, la verdad es que soy introvertida y bastante callada. Siempre que estoy rodeada de extraños armo una muralla entre el resto y mi persona, me muestro fría y hasta llego a dar un poco de miedo.
Siempre asisto a todos los bailes y me he emborrachado un par de veces, mis amigos hombres se podrían contar con los dedos de la mano, claro que eso tiene mucho que ver con que he estudiado toda mi vida en la academia Starif, la más prestigiosa academia femenina en Londres. Todas mis compañeras aprovechan los fines de semana y las vacaciones para ir a fiestas y hacer amigos, tienen una larga lista de conquistas y una más larga de besos dados. Muchas de ellas ya no son vírgenes, han fumado mariguana y se han trastornado de licor hasta quedar inconscientes. Yo no puedo decir que soy una inadaptada social a quien nadie quiere, quien nunca sale y que no habla más que para participar en clases. Tengo una muy loca mejor amiga, bastantes otras chicas que me quieren y la verdad es que todas me aprecian y me respetan. Tengo la reputación de ser una loca del arte, una de las chicas más talentosas  de la academia, a quien le gusta leer y escribir . Todos me quieren por cómo soy pero aun así no logro siquiera un grado de popularidad decente, no que importe tampoco.
Miro el reloj, cinco minutos han pasado desde la ultima vez que lo revisé. Estoy extremadamente nerviosa por salir. Hoy es viernes y Caroline me va a llevar en su nuevo auto a comprar vestidos para "el gran evento", como a ella le gusta llamar a la fiesta de graduación. Para todos es una gran noche y lo esperan con ansias.
Es un baile donde todos intentan brillar y presumir a sus parejas. Con dieciocho años la mayoría tiene una relación más o menos estable o alguien con quien tontear que sea lo suficientemente decente como para llevar al baile. Yo no soy parte de esa mayoría. Todavía no tengo pareja y creo firmemente que no la tendré. Caroline ha pasado meses intentando que acepte ir con su primo Bob, pero yo sigo negándome. Bob tiene veinte años y no estudia, no trabaja y la verdad es que no hace nada por su vida. Es feo, lento y al parecer siente una desafortunada atracción hacia mí. Me halaga un montón pero no creo tener el estomago como para si quiera bailar cerca de él. Enserio me desagrada.
Tengo solamente dos posibles parejas. Mi propio primo Kellan o uno de mis amigos del club de lectura Dan. Ninguno de los dos es una opción decente. En la academia todas saben que Kellan es mi primo y se volverían locas si es que lo llevo, me volvería una de las más perdedoras de la academia y no me gustaría sentirme tan juzgada. Dan es un chico pequeño, un tanto rellenito a quien le encantan los videojuegos y que colecciona figurines de la Guerra de las Galaxias, es muy amable y gracioso pero nada que yo pueda presumir (para eso es aquel baile así que no me juzguen).
Suspiro una vez más por mi desastrosa vida y apoyo mi cabeza en la pila de cuadernos en mi escritorio.
-Destiny, me puedes prestar un borrador.
Alguien me dice susurrando en mi odio, haciéndome temblar de la sorpresa.
Ashley, una de mis amigas me mira esperanzada desde el asiento de atrás, yo solo asiento y le paso mi borrador plateado que compré en Michaels el verano pasado en mi viaje a Ohio.
-Gracias cariño.
Dice guiñándome un ojo. Sonrío y me doy la vuelta. Miro por cuadragésima vez el reloj y me sorprendo al ver que solo faltan siete minutos para que la última hora del día termine.
Cuento los segundos hasta que al fin un pitido sale por los altavoces avisándonos que el día ha concluido. Recojo todas mis cosas rápidamente (incluyendo el borrador) y salgo casi corriendo del salón.

-Dios, pensé que este día no iba a terminar nunca.
Me dice Caroline mientras bajamos las grandes escaleras que llevan a la libertad. Ya no estamos usando nuestros sosos uniformes, pasamos por nuestras habitaciones para cambiarnos rápidamente y agarrar nuestros bolsos.
-Mientras más rápido esperas que pase el tiempo , más lento lo hará, está científicamente comprobado amiga.
-Pues creo que eso es una mierda- me dice mientras llegamos al estacionamiento donde su auto ha pasado descansando por una semana entera- te extrañé bebé.
Dice mientras acaricia el capó color vino de su convertible.
Ruedo los ojos y sonriendo me subo al asiento del copiloto.
-Que empiece la tortura. Digo poniendo cara de pocos amigos. Quiero dejar en claro que la idea de nuestro viaje de compras no me agrada ni un pelo.
Después de tres horas de caminar por el centro comercial probándonos miles de vestidos y millones de zapatos colapso exhausta en una mesa del patio de comidas.
-Ya no más Caroline o moriré por agotamiento y deshidratación.
-Eres una maldita exagerada. Me responde sentándose en frente mío.
-Sabes, para ti debe ser muy fácil, haces esto prácticamente cada semana.
Ella se ríe y agitando las pestañas me dice -es un don-
No puedo evitar reír ante lo diferentes que somos. Mientras ella es todo brillos y moda, yo soy estudios y arte. Caroline es una chica muy conocida no sólo en nuestra academia, sino prácticamente en todas las de la ciudad por ser extremadamente guapa. Chicos y chicas hacen fila por conquistarla o ser sus amigos. Yo, simplemente
soy su mejor amiga tierna e inteligente.
No siempre fue así, cuando nos conocimos hace ya más de trece años, yo era la más popular entre las niñas de primaria y ella era prácticamente invisible para todos, no porque no haya sido encantadora o guapa como lo es ahora, sino que cuando éramos más pequeñas nuestras prioridades eran diferentes, a todos les atraía más alguien que supiera leer a los cinco que alguien que utilizaba tutús rosas y se peinaba como una princesa diferente cada día. Eso fue cambiando paulatinamente durante los años. Pasé de ser una heroina a ser la sidekick de una, y de una muy guapa y popular.
-Vamos Caroline, dejémoslo por hoy.
Me mira por unos segundos y suspirando asiente.
-Mañana continuamos, el baile es el martes y tú todavía no tienes que ponerte.
Haciendo un puchero ante su petición digo que si entre dientes.
-Esta bien, ahora hay que comer algo.
Después de dos hamburguesas y un helado cada una salimos con tres bolsas en cada mano del centro comercial.
-No puedo creer todavía que hayas gastado quinientos dólares en maquillaje. Digo mirando las bolsas repletas de labiales y sombras brillantes.
-Y yo no puedo creer que hayas gastado doscientos en libros. Dice sonriéndome de lado.
En mi defensa compré toda la colección de Harry Potter con pasta dura en un baúl a ese precio, fue una maldita buena oferta.
El camino a casa fue corto. No me gusta presumir sobre algo que no es totalmente mío, pero vengo de una familia bastante adinerada, todas en la academia Starif pertenecen a familias ricas, la pensión es bastante costosa.
El camino de la academia hasta nuestro barrio es muy corto. Caroline y yo somos vecinas así que ella me lleva todos lados y me regresa a casa.
Estaciona el auto afuera de las grandes puertas negras de la entrada y aplasta el pequeño botón de timbre en un altavoz a un lado del camino.
-Soy yo Marcus. Dice saludando a la cámara a sabiendas de que el jefe de seguridad de mi casa nos está observando desde adentro.
La puerta se comienza a abrir hasta que con un fuerte tud se posa a los lados del camino dejándonos pasar. Unos pocos metros más adelante Caroline da la vuelta en el redondel que tiene una fuente de una sirena escupiendo agua y apaga el motor frente a la puerta principal.
Desde adentro Daniel, el chofer de mi familia sale para estacionar el convertible de Caroline. Con un abrazo y un gracias nos despedimos y corremos escaleras arriba hasta el lobby de la casa.
-Hola nenas como les fue esta semana. Pregunta mi madre al vernos entrar con Daniel atrás cargando las bolsas llenas de libros que compre en el centro comercial.
-Muy bien mami, fuimos un momento a comprar algo para el baile. Me excuso al ver la mirada inquisidora de mi madre al notar las bolsas de compras.
-Espero que hayas al menos comprado el vestido, todavía no lo tienes.
Le sonrío y asiento, si le digo la verdad podría perder mi mesada por al menos dos meses.
Después de una larga conversación con mi madre acerca de cómo nos fue esta semana subimos al fin a mi habitación.
Todos los viernes después de salir de clases Caroline se queda a dormir en mi casa, la mayoría del tiempo porque sus padres se encuentran de viaje o están muy ocupados liándose con otras personas. Hoy no es la excepción, así que nos cambiamos enseguida de ropa, ya casi es media noche y al día siguiente tenemos otro pequeño viaje al centro comercial. Malhumorada por los planes de mañana me acuesto en mi cama para leer. En algún momento de la noche me despierto con los lentes puestos y la luz prendida. Apagando todo me acuesto otra vez junto a mí
amiga quien descansa plácidamente ocupando la mayoría del colchón y caigo enseguida en un profundo sueño.

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⏰ Última actualización: Jun 05, 2016 ⏰

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