Prefacio

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Los chicos salieron corriendo detrás de nosotras, aceleramos el paso y tuvimos suerte de no caernos por nuestra falta de equilibrio, llegamos a un parque y...

- ¡subámonos a ese árbol! -dijo Juana con voz agitada y apuntando con el dedo anular de la mano derecha hacia la punta de un árbol que se encontraba a tres metros de nosotras.

- ¡ok, pero rápido!- Juana se subió primero y extendió su mano para ayudarme a subir, la tomé e intenté escalar pero no tenía fuerzas y mis zapatos resbalaban del tronco-¡apurate!- gritó entre risas mientras tiraba de mí hacia arriba.

-No puedo- me solté y volteé a mirar hacia atrás, para mi sorpresa los chicos ya se encontraban enfrente de nosotras.

-¡ahí vienen, corre, corre!-
Salí corriendo lo más rápido que pude pero, al corer parecía una tortuga, ya que mis piernas casi no tenia fuerzas. Mario fue detrás de mí.
-¡espera!- gritó, ignoré su súplica y seguí corriendo hasta llegar a una zona que estaba rodeada de arboles.
Sentí como las manos del pelinegro tomaron mis hombros y me jalaron hacia él- ¡Aylín, ya para!- exclamó, casi sin aliento.

-¡suéltame!- hice un intento por safarme de él pero perdí el equilibrio y ambos caímos al piso.

-Mierda -Dijo él mientras caía encima de mí- te tengo - sonrió satisfactoriamente.

-¿qué haces?- dije agitada, Mario se encontraba sobre mí y me miraba fijamente - Intento que no sigas haciendo desastres - bajó su mirada hacia mis labios y la devolvió hacia mis ojos - muero por besarte pero - se levantó con rápidez y cubrió su nariz - ¡apestas a alcohol!- estiró su mano ofreciendo su ayuda para que me parara, tomé la mano y la jalé hacia mí para que este cayera de nuevo al piso, me levanté.
-Vete a la verga- dije sin arrepentimiento, lo pateé justo en el abdomen-

-¡augh!- llevó una de sus manos al lugar del golpe, y después de unos segundos se paró- ¿nos podemos ir?-preguntó muy irritado- Ya me estoy cansando de sus jueguitos de niñas de jardín.

-pues si ya te cansaste de mí ¿por qué simplemente no te vas y dejas de joderme?
Este se quedó en silencio por unos segundos, luego soltó un-¡porque no!- y sacó su lengua en forma de burla.

Entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora