Otro día, otro aburrido día, en el que básicamente voy a la escuela a ver a los profesores, observar a mis compañeros, y respirar. No tengo de esos que se les llama AMIGOS. Tenía uno, pero conoció a otras personas que le interesaron más, que eran más lindas. Prefirió mandar a la mierda una amistad de 13 años, por una de no sé, ¿1 años? ¿3 meses? No sé, tampoco me interesa. ¿Estoy dolida? Si, y mucho. Él sabe muchas cosas de mí, como yo de él. Él es capaz de decir mis secretos con tal de ganar más solicitudes de amistad en Facebook, más me gustas en sus fotos, con tal de ser más llamativo, si esa es la palabra adecuada.
*Flash Back.*
— ¡Hola!
— Hola ___.
— ¿Por qué tan cortante?
— No sé. Vos sabes lo que hiciste.
— No, la verdad es que no sé que hice.
— Le dijiste a Becca que me gusta. Prometiste no decirle, ¿Y qué paso? Le dijiste, te “felicito” me ayudaste mucho con mi nueva reputación.
— Yo nunca le dije a Becca eso. Si vos pensas eso es TÚ problema. Seguro te lo dijo alguna de esas taradas que se juntan con vos ahora, tus nuevas mejores amigas.
— Sí, me lo dijeron ellas, mis nuevas mejores amigas.
— Cuando no te importe tu peinado, tu vestimenta, los deportes y la música que escuchan esos huecos, hablamos mejor.
— No le digas huecos, o te juro que nunca más te vuelvo a hablar.
— Huecos. — Respondí amenazante, Daniel ya me estaba hartando, con todo eso de la “nueva onda”
Él le pego fuerte a la pared, me dio la espalda, y se fue. Dejándome completamente sola. En todos los sentidos, me había dejado sola.
*Fin Flash Back*
¿Hace cuanto no nos hablamos? Unos 5 meses y 12 días. Cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada semana, cada mes, son analizados por mi mente, por haberlo dejado ir, por haberlo provocado. Pero no quería perder mi orgullo pidiendo perdón. Él se estaba volviendo un idiota con esos “nuevos amigos”. Pero si a sí lo quería él, yo no podía hacer nada. Porque por más que le pida perdón, él se seguiría juntando con esos.
Voy caminando por el pasillo de la escuela, él más transitado, todos corren, gritan, y quien sabe que más cosas, ningún profesor quiere cuidar esos pasillos. Algo me choca, haciendo que me caiga, fue él. Fue Daniel. Él estaba de espaldas, y no me vio, los dos chocamos y caímos. Él no sabía que era yo
— Perdón, ¿te ayud… — Lo que estaba por decir, se esfumo de sus labios en cuanto me vio, se paro rápido, y estiro una mano para que la tomara. No sabía que hacer, si aceptarla o recordarle lo que había dicho hace 5 meses y 12 días. Todos nos miraban de manera rara. Nuestra vista se conecto, y me fue imposible tratar de cerrar los parpados, nuestros ojos decían todo lo que no nos dijimos hace meses. Sus pupilas se dilataban, sus mejillas enrojecían, su rostro se endurecía. El timbre de clases sonó, interrumpiendo todo. Me pare por mi cuenta. Y me fui a clases. Me sentí observada por él un momento, hasta que esa sensación desapareció. Por unos minutos sentí que él me había extrañado, pero no. Una rara sensación apareció en mi garganta. No tenía ganas de ir a clases, me aburría y mucho. A sí que me fui al baño.
Me encerré, tome un cigarrillo y un encendedor y vi como el papelillo que adentro tenía tabaco se iba quemando, lo acerque a mis labios, y me puse hacer lo que hago desde hace dos meses. No, no era droga, era un cigarrillo, un indefenso cigarrillo.
Las lagrimas empezaron a recorrer mi rostro, cayendo al principió lentamente, para luego jugar una carrera. Estaba llorando, y por él.
Lo último que recuerdo, es que alguien llego al baño, y me hablo. Sus palabras no eran claras, para nada. Lo único que sentí después de ese momento fue un golpe en mi cabeza.
