Capítulo 44

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Zayn.

Estuvimos bailando un par de horas más. El ambiente se volvió todavía más movido y no tuve problema en ponerme de pie y seguir bailando con ella. Además de lo alegre, distraída y relajada que estaba.

Verla así me reconfortaba muchísimo. Joder, por fin está viviendo lo que se merece. Sé muy bien que ella, además de mí, se lo pasó muy mal hace dos años. Separarnos fue una maldita pesadilla. Un infierno.
Mientras conduzco el ahora renovado y un poco menos estrepitoso Mustang, ______________ descansa en el asiento copiloto después de haberlo reclinado y haberse acomodado en él. La miro de reojo, va algo despeinada y con los típicos rasgos de una persona pasada de copas. Sí, ha sido mi culpa, pero me siento orgulloso. Ahora mismo no serviría de nada que se lo dijera, pero mañana será un buen momento para recalcárselo.

Las luces de los faroles entran por el parabrisas. _____________ se mueve en el asiento copiloto, cubriéndose la cara y gimiendo despacio. No puedo evitar sonreír. Y al voltear la mirada hacia ella, noto que abre los ojos y coloca su mano izquierda sobre mi pierna derecha.

- ¿Dónde estamos? – pregunta desorientada. Sus pequeños dedos están sobándose sobre mi pierna. Y aunque hay tela de por medio, juro que se siente muy bien.

- Te voy a llevar a casa. – le digo mirándola. _____________ vuelve a cerrar los ojos, pero sé que no está durmiendo.

- ¿Dónde está Madison? – vuelve a abrir los ojos. Su mirada toca la mía. Puedo saber que realmente está en un mal estado al inspeccionar sus ojos. Aunque si ella podría contárselos, les diría que mis ojos son un tanto diferentes en este momento. O mejor dicho la mirada que tengo ahora. Que el verla "borracha", despeinada, desorientada y con esa voz que se asemeja a los gemidos... no hace más que dejarme hambriento.

- Voy a recogerla, pero quiero dejarte en casa primero.

- Quiero ir contigo.

Y ahí empezamos de nuevo.

Niego con la cabeza. Hasta estando ebria, es terca.

- Te voy a dejar en casa ¿vale? – frunzo el ceño.

- Quiero ver a mi hija.

- Y la verás. Pero mañana, en un mejor estado, después de haber dormido diez horas.

Gruñe despacio y se estira en el asiento.

- Perdona, no quería terminar así.

Se pone de lado y vuelve a acariciarme el muslo. Lento. De arriba hacia abajo. Mi corazón palpita fuerte. Mis pantalones también lo hacen. Trago saliva y logro atrapar su mano para atraerla hacia mí.

- Ha sido mi culpa. – mi mano se enlaza con la suya. Su tersa piel hace contacto con la mía y es tan sutil. Encajamos perfectamente. Muevo los dedos, acariciándola.

Se queda callada, pero sé que está despierta porque ha empezado a mover los dedos sobre mi mano de la misma manera en la que yo lo estoy haciendo. No puedo evitar sonreír, y no sé por qué. Una de las cosas que he aprendido desde que conozco a ______________, es que puedo sonreír por cualquier cosa que ella haga aunque no tenga un significado. Puedo sonreír con tan solo verla. Con tan solo sentirla. Solo entonces puedo darme cuenta de cuan mal estoy por ella...

- Estás guapísimo. – giro el timón, doblando la esquina y al encontrar la calle libre, volteo el rostro para poder mirar a _________________.

Está sonriendo. Esa sonrisa un tanto traviesa que me pone bastante tenso. No deja ver los dientes, pero sí sus intenciones.

- Y tú, no sabes cuánto.

Lentamente su mano deja la mía abandonada. Debo voltear la mirada y la concentración hacia las calles de New York para seguir conduciendo, pero mis reflejos pueden captar a _______________ moviéndose sobre el asiento.

- ¿Qué... qué ha...

Está arrodillada sobre el asiento copiloto y ha puesto ambas manos sobre sus piernas. Miro el retrovisor, en vista de no saber qué otra cosa hacer y la escena que diviso me calienta tanto... _________________ se inclina y me besa la oreja lentamente.

Cierro los ojos. Mierda, que estoy conduciendo...

- Gracias por la maravillosa cita. – vuelve a inclinarse y a estirar los labios. Puedo sentir su respiración jadeante inspeccionar sobre la piel de mi cuello, mi nuca, mi oreja. Segundos después de pasearse y dejar su olor en mí, vuelve a besarme pero esta vez en la mejilla.

- ¿Sabes lo peligroso que es besarme de esa forma mientras conduzco?

- Tal vez sí.

- Eres una chica mala __________________. – niego con la cabeza, recibiendo extasiado otro beso más de su parte. Mis pantalones arden en fuego, puedo sentir mi polla palpitar ante el contacto de sus labios contra mi piel. Es poderoso. Muy poderoso. – mi chica mala. – susurro una vez más.

La carretera está limpia, así que no dudo en presionar el acelerador.

_________________ se mese hacia adelante, pero coge mi cuello apoyándose y sonríe, mientras vuelva a la misma posición.

Se acerca a mí y me besa la oreja una vez más. Abre un poco la boca y jala con los dientes el lóbulo de mi oreja. Aprieta suave y creo que está susurrando algo que no puedo entender gracias al sonido de los motores del auto. Y no se detiene. Después de hablarme al oído, su nariz baja hasta mi cuello para rebuscar en él y llevarme al límite de mi autocontrol. Voy a ser sincero, aunque creo que esto ya está bastante claro, me muero por hacerle el amor.

- Detente. – le ruego. Mi voz es ronca y delata perfectamente mi estado. – no puedo conducir así, gatita.

- Sí puedes. – me anima. La voz suave de _______________ no hace más que ponerme en un estado mucho peor que el anterior. Sus manos tras mi espalda me acarician lento, empujándome hacia ella. Sé que hace esto por lo afectada que está por haber tomado conmigo. Ahora mismo tenerla de esa manera me genera cierto tipo de pensamientos perversos.

Aprieto un poco más el acelerador.

Todos mis músculos se tensan. Mi cerebro todavía está procesando que la tengo a mi costado, lamiéndome y besándome, y todavía no he hecho nada. ¿Algo está mal conmigo? Tiene que ser eso.

- Hagamos el amor...

Mierda.

- ¿Mnh?

Si supiera las ganas que tengo de follarla. Volteo el rostro y le correspondo el beso que está a punto de darme. Nuestros labios se juntan y ella vuelve a devorarme con fuerza. Jalando, chupando y lamiendo. Su intensidad es salvaje. Me encanta. Maldición, me encanta todo esto. Intento abrir los ojos para no perder de vista la carretera, por suerte hemos llegado y el edificio del departamento está justo en frente de nosotros.

Detengo el auto y mis manos se enredan inmediatamente en el cuello de _______________, presionándoselo, la atraigo hacia mí para que su boca se introduzca en la mía más profundamente.
Segundos después nuestras lenguas se están tocando como casi siempre. Su sabor es algo así como una mezcla de alcohol, frutas y deseo. En medio de aquel beso, abro los ojos en el afán de observar cómo se derrite cuando empiezo a tocar su cuerpo. Mis dedos se pierden en su piel descubierta y paso a tocar más allá de solo su espalda.

De pronto nos soltamos. Estoy seguro que si no se necesitara respirar, nosotros no nos separaríamos nunca. Me hundo en su cuello y en el perfume natural de su cuerpo. Su cabello hace cosquillas mi cara y la cubre casi completamente. Enrosca ambos brazos en mi cuello y deja reposar ambos brazos sobre mis hombros. Ni siquiera sé cómo, pero ha logrado posicionarse sobre mí. Las dos piernas en ambos lados de mi cuerpo. Todo ha pasado tan rápido.

Suavemente bajo las manos de su espalda hasta el culo. La escucho gemir allá arriba. Y en este momento en eso se basa el ambiente. Nuestros gemidos y nuestras respiraciones jadeantes gobiernan. Es tan excitante.

- Vaya... - susurra ______________. Puedo ver que está sonriendo gracias a las luces exteriores de los faroles. Poco después pasa a morderse el labio inferior. – estás bastante tenso. – me dice y se mueve, subiendo y bajando su cuerpo con suavidad.  


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Ahí está el capítulo chicas, perdón por tardar. Ya trataré de actualizar más seguido, besos.

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Tentation 3 | Zayn MalikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora