No comió su sándwich que le dio su hermana por pensar en la niña nueva. Su mirada estaba perdida y parecía ausente del mundo, mejor dicho, estaba ausente del mundo, ¿ qué tanto impacto pueden causar las coincidencias en él? Se preguntaba una y otra vez, consideró hablarlo con uno de sus compañeros. Pero que va que casi no habla con nadie. Entonces fue cuando lo conoció, un chico regordete que no tenía tampoco con quien sentarse en el receso, exactamente por como se veía físicamente.
-¿ Me puedo sentar contigo?-. Le preguntó muy tímidamente.
-Este.... Claro - se cambio de lugar para darle espacio.
- Gracias, muchas, gracias - Balbuceó, el chico no tenía una cara muy feliz que digamos. Se sentó y tenía la mirada baja, su respiración cambio de ritmo haciéndose fuerte y se cortaba por la congestión nasal. Estaba llorando.
Al principio trató de verlo con indiferencia, puesto que no eran asunto suyo pero, no pudo evitar sentir empatía. Era obvio que le paso al pobre regordete y le causaba curiosidad e interés por ayudarlo.
Le dio unas palmaditas en la espalda, el pobre estaba suelto en lágrimas. Cuando se percató del gesto, inmediatamente lo abrazó y seguía llorando. Para Aaron era incomodo y era algo con lo cual no estaba acostumbrado a lidiar.
-Este, no quiero ser grosero - hizo una pausa, por el gran sonido del llanto - pero sueltame, ¿no?
Cual niño pequeño lo soltó como relámpago. No sabía cómo consolarlo así que tuvo una idea. Se levantó del escalón y le dijo al pobre gordito que lo esperara, este mismo asintió sin saber que iba hacer su nuevo amigo en un futuro y tampoco sabía lo cual increíble que iba ser su ayuda. Mientras caminaba buscó un prefecto para que ayudara a su compañero con lo que le afligía, entonces cuando llegó, le dijo que se encontró a niño llorando sin saber por qué. El profesor con el ceño fruncido estaba extrañado que lo llevará con el susodicho. No tardaron mucho en llegar para encontrarlo de nuevo.
Lo llamó y entonces empezó a contarle todo lo que sucedió. El maestro estaba molesto e indignado por el suceso. Inmediatamente le pidió que lo acompañara al salón suyo después de terminar el receso, a Aaron le dieron la orden de que fuera con ellos y, efectivamente, ahí estaba, él, el niño regordete y los supuestos agresores del chico. En lo que estaban dando amonestaciones y citatorios para los padres de los muchachos, Aaron y el chico se presentaron formalmente. Primero resultó que su nombre era Gerardo Barcenas y, que venía de un colegio donde casi no había niños, por lo cual el no estaba acostumbrado a estar con muchos chicos, esto sumado a que era molestado constantemente en su salón. El prefecrl le preguntó de que salón era y quien era el prefecto, éste contestó que del grupo b y que su perfecta era María Carreño.
El profesor tomó cartas en el asunto y los llevó de todas maneras con su prefecta.
Una vez ahí el chico le dijo todo lo que pasó y quienes lo molestaban. La profesora les preguntó a Aaron y a los chicos que si era cierto y todos incluyendo a Aaron le contestaron que sí. Pasaron unos minutos y la prefecta sacó a Aaron del cubículo y que ahí esperara. Una vez afuera fuera del cubículo esperó a que Gerardo acabara.
Entonces la volvió a ver.
Cristhine estaba al otro lado de los cubículos y estaba sentada con su mochila. No pudo dejar de verla sentir que el corazón se le escapaba del pecho, que le faltaba aire y que no podía dejar de observarla.
Ella tenía un rostro hermoso y un cabello largo y quebrado; tenía una nariz fina, una tes clara, además de tener unos hermosos ojos claros.
Ella se percató de que estaba siendo observada y automáticamente reconoció a Aaron. El estaba rojo y no supo que hacer, torpemente la saludó y ella muy amablemente le regresó el gesto.
Se puso se pie y dejó su mochila en la silla. A Aaron se le estallaba el corazón y se le subían los colores al rostro. Veía como se acercaba y el como no podía calmarse, puesto que hace mucho que no se sentía así " calmate, no la conoces, ni si quiera le haz hablado ¿cómo te puede poner así una niña?... relajate" pensó y no podía respirar bien. De pronto la enfrentó cara a cara.
-¿Eres Aaron, cierto?- preguntó dulcemente.
-S...s...Si- balbuceó - si soy. Mucho gusto.
Ella sonrió y le dijo -Se supone que no debería preguntar, porque no te conozco, pero...- hizo una pausa- ¿ por qué tociste cuando dijeron mi nombre?
- Bueno yo no...no creí- no pudo evitar ponerse rojo- que fueras tan linda.. Je je je
- Entonces te...- la interrumpió rápidamente.
- No, no, no, no es eso, sino que me sorprendiste. Eso es todo.- Dijo muy apenado
-Ja ja ja... eres muy cordial y educado-se burló- pero eres muy malo mintiendo. Me agradas
-Ah sí, je je,bueno...-respiró hondo y pensó bien lo que iba decir- no me gusta fijarme en una chica que apenas conozco y mucho menos quiero incomodarla.
La respuesta le sorprendió, pero no pudo evitar darle la mano al chico, él no podía dejar de ponerse rojo, de la pena, pero no podía dejar de ver su mirada, tan, tan tranquila, que no pudo evitar el regresarle el gesto.
- Otro día hablamos Aaron, es un gusto conocerte. - el no respondió, sólo le soltó la mano y le dijo lo mismo. La prefecta de Gerardo, salió con los dos chicos que molestaban a Gerardo. Y en ese mismo instante entro el prefecto de su grupo que fue a decirle a Christine que su padre ya iba por ella.
Ella se despidió de Aaron mientras, junto al profesor, se dirigían a la dirección.
ESTÁS LEYENDO
Notas Del Corazón
Random¿Crees que existen las casualidades? Esa fue la pregunta de Aaron cuando vio por primera vez a esa niña. Una sorpresa indiscutible, pero, todo tiene un plan en esta vida.