Nadie cruza el puente antes de tiempo

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Y fueron pasando los años,los cumpleaños,y las primaveras que tanto amaba Agustin.

El amor a las rosas lo dejaba disfrutar de los aromas que había en el jardín de su casa.
Ahora él tenia compañía, un perro ladrador de color beige que era tan inquieto y travieso que no dejaba en pie una sola flor,ni siquiera las bancas del jardín, a las que les había roto las patas de madera.

El perro jugaba hasta cansar al niño, ese niño que lo llamaba Pancho, un nombre que el animal no registraba porque nunca obedecía sus ordenes. Parece que el mas libre de la casa era el perro.
Poco a poco, el ambiente de la casa empezó a ensombrecerse, aunque no le decían que pasaba. Un día su papá lo despertó para invitarlo a dar un paseo en la tarde. Agustín ya tenia una idea de lo que estaba sucediendo. Sabia que su padre estaba enfermo, lo veía día tras día desmejorado. Su papá hacia un esfuerzo enorme para que todo estuviera como antes de enfermarse pero era inútil,faltaba a su trabajo,dormía,no comía casi nada e iba frecuentemente al hospital. Cuando regresaba estaba peor,vomitaba y temblaba hasta que se quedaba dormido.

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