#3 parte :v

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Agustín,haciéndose un poco el disimulado,cambio el tema de conversación y dijo:

-¿Que te parece si seguimos la charla en nuestra salida? Espérame a que le ponga su correa a Pancho y nos vamos.

-No olvides tu abrigo,ha empezado a nevar, aunque es poco lo que cae, pero te enfriara la nariz.

Y los tres se fueron a pasear. Al principio, Agustín hablaba de las travesuras que hacia en su escuela, de lo odiosa que era su maestra y de la cara de bruja de la directora.

Su padre, en cambio, iba con su conversación interna, meditando sobre como empezaría a contar lo que le estaba sucediendo. Agustín le pregunto a su padre:

-¿Te gustaría entrar a tomar a tomar algo caliente o a comer un rico postre?

-¡Si, claro! Este es un bonito lugar -Contesto Antonio señalando el bar que estaba en la esquina.

-Espera, padre, quisiera sentarme en la plaza para dejar que Pancho juegue un poco, y ahí me dirás lo que quieres contarme.

Antonio asintió, y se dispuso a limpiar con la gorra de Agustín la banca de piedra que estaba algo mojada.

-Agustín, quisiera que prestaras atención. -dijo su papá Antonio, mientras la voz empezó a bajar de tono, y con un ritmo tierno y dulce le empezó a hablar a su amado hijo. Volvió a hacer otros comentarios sobre su enfermedad y del miedo a dejarlos abandonados.

Un relato que a Agustín le pareció ya conocer. No le costaba trabajo recordar algunas situaciones de su vida anterior. El camino que su padre quizá iría a recorrer si muriera, el ya lo conocía.

Agustín escucho con amor y con el corazón abierto las palabras de su padre, y de pronto las lágrimas de los dos empezaron a fluir, y el abrazo tampoco se hizo esperar.

Un abrazo que Agustín hubiera querido que durara para todos la vida, un momento que el hubiera querido detener, pero el tiempo es un tirano y ni en momentos tan fuertes como ese se detiene.

Tan solo queda disfrutarlo y guardarlo en el alma.

Agustín, con cierta timidez y con un poco de miedo de que su padre o le creyera, le contó de que modo el recordaba algunos pasajes de su vida anterior y otras experiencias que le habian sucedido con los maestros del cielo.

Y Antonio, como toda persona que se encuentra indefensa ante las tragedias de la vida, decidió creer la fantástica historia que su hijo le habia relatado. Además, ese relato le daba cierta tranquilidad.

-La muerte no existe, es tan solo un cambio de ropa, como otros cambios -Dijo Agustín de lo mas sonriente a su padre.

Tu crees que aquí se acaba todo y no es así; nosotros, los que nos quedamos sufriendo por los que se los van, somos egoístas y queremos que quienes amamos estén siempre con nosotros, y esto es imposible. Tendríamos que nacer sabiendo ya que todo tiene un principio y un fin. Y que quien vive bien, muere bien.

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