Supe que era él cuando golpeó la puerta de mi cuarto. Me había seguido desde la calle hasta mi casa, mientras caía la tormenta, vi como caminaba hacia mí como una sombra sigue a su dueño.
Ahora, siento su cuerpo vacío lleno de muerte del otro lado de la puerta. Siento como pega su oreja al portón y se detiene a escuchar, acompañada de una respiración pesada que reafirma su presencia.
Silencio.
Golpea la puerta y grita con desesperación, se oye como empieza a caminar nervioso por toda la casa, murmura algo que no alcanzo a entender. Su voz lleva la voz de la muerte pegada a la suya.
De pronto la perilla gira y la puerta se abre. Silencio.