Lunes, 6 de la mañana y suena el despertador. Aunque es demasiado temprano, tengo que acostumbrarme a la luz que entra por la ventana. Ahora es cuando me arrepiento de haber estado hasta tarde leyendo, pero es que una vez que empiezo un libro no puedo parar hasta acabarlo.
Arrastrando los pies hasta el baño, me miro en el espejo asustándome de lo que veo. Mis ojeras son enormes y mi melena pelirroja un nido de pájaros. Intento arreglarlo con un poco de maquillaje y un peine, pero sin éxito.
De repente, al ver la hora veo que faltan 5 minutos para que llegue el autobús y bajo corriendo a la cocina y cojo una de las tostadas que se estaba comiendo mi hermana mayor.
- Me voy que llego tarde, gracias Bella por la tostada, eres la mejor. Te quiero - digo dándole un beso en la mejilla y corriendo hacia la puerta con la mochila colgando de un hombro, el uniforme descolocado y el pelo hecho un desastre.
Rezando por que el autobús se haya retrasado, veo que está en la parada a punto de cerrar las puertas. Corro con las pocas fuerzas que me quedan, gritando para que el chófer me vea.
Parece que me ha visto, menos mal. Sin aliento, llego a la puerta y sonrío al ver que es Ronald, mi chófer preferido.
-Perdón por el retraso Ronnie, sabes que es lunes - le digo a modo de disculpa. Eran tantos años yendo al instituto con él que ya teníamos la confianza suficiente para ponerle motes.
-Perdón dice...¡La próxima vez te dejo en tierra Blake! ¡Cada lunes la misma historia! - escuché quejarse mientras buscaba un asiento libre.
Tuve que ir hasta el fondo del autobús para encontrar un hueco, pero con tan mala suerte de tener un desagradable compañero de viaje.
De todas las personas que había en el autobús, había tenido que sentarme al lado de Dan, el idiota que me hizo la vida imposible en primaria.
"Claro, es un idiota y nadie se quiere sentar con él porque le tienen miedo" - pensé poniendo los ojos en blanco mientras me acomodaba en mi asiento.
-Buenos días Blake ¿que te ha pasado esta mañana? ¿Te has quedado en Narnia a dormir y has tenido que cruzar todo el reino?- dijo Dan, haciendo reír a todos los idiotas que le seguían y provocando que se me subiera toda la sangre a la cara.
Menudo imbécil, este se cree que soy la misma niña que lloraba cada vez que me decía algo.
- ¿Que te pasa? ¿Has visto a Edward Cullen y te ha chupado la sangre? - otra vez todo el autobus se rió y ya no podía más.
Tenía que pararle los pies al gilipollas este y ya iba siendo hora. Harta de sus burlas le solté:
- Mira escoria, es lunes y son las 7 de la mañana. Estoy cansada y si no quieres agotar mi paciencia cierra la puta boca. - dije quedándome más ligera por dentro.
Me había quitado un gran peso de encima, pero sabía que eso no le iba a afectar a Dan, que seguía con la misma sonrisa de superioridad.
No podía más, quería pegarle hasta borrarle la sonrisa a puñetazos (no sabía que podía ser tan agresiva). Así que, con todo el veneno que tenía, le dije:
- Si quieres jugar a ver quien se mete con quien recuerda que sales perdiendo porque se más cosas de ti de las que te crees y muchas de ellas no deben de salir a la luz, ¿me equivoco? Como aquella vez, en mi cumpleaños que se te olvidó... - no pude hablar más porque Dan me tapó la boca con su mano y me miraba con odio.
Debajo de su mano, no pude evitar sonreír. Había ganado este asalto, pero sabía que había desatado la guerra.
Harta de verle la cara, le aparté la mano y me coloqué mis auriculares con mi iPod. Necesitaba mi dosis de música antes de entrar a clase, y más después de discutir con Dan. Le di al play y comenzó a sonar Por fín de Pablo Alborán.