El encuentro

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Había sido un estudiante excelente toda su vida. Los mejores trabajos, los mejores exámenes, las mejores notas; siempre graduándose con honores para hacer felices a sus padres, quienes siempre quisieron que su único hijo tuviera un buen futuro por delante, para que pudiera arreglárselas solo cuando ellos no estuvieran ahí para ayudarle. Este chico no sabía otra cosa sobre el estudio que no fuera el; precisamente, estudiar. Pero un poco lejos del pensamiento de sus padres estaba lo que él quería para su futuro: el arte. Nunca se lo había mencionado a sus padres porque sabía bien que no recibiría su apoyo, como hasta el día de hoy. Porque muchas veces, durante las cenas familiares les escuchó decir; muy seguros, que su hijo estudiaría alguna licenciatura como leyes o administración. "Algo con un buen trabajo en el futuro", según ellos. Y aunque nunca se quejó de la decisión que habían tomado sus padres, por sobre la suya, siempre mantuvo en su pensamiento que él algún día llegaría a ser un gran y reconocido artista. Pintor, escultor, músico... era su sueño.

Y cuando llegó el día en que decidiría en qué universidad presentaría su examen de admisión, ahí estaba: frente a la pantalla de su computadora con la página de la universidad de bellas artes en Nueva York. Se encontraba bastante nervioso porque sólo contaba con un par de semanas antes de que tuviera que tomar una decisión definitiva. Minimizó la página, y observó la segunda ventana: la facultad de leyes de la universidad Nacional de Seúl, la elección de sus padres. Sabía lo que debía hacer para mantener a sus padres felices y, para que en un futuro lograra tener un buen trabajo; sin embargo, él no quería irse a lo fácil, quería luchar por lo que quería y no conformarse con cualquier cosa o lo que tuviera enfrente. Y precisamente por eso eligió la universidad de Nueva York, porque sabía que el llegar a ese lugar sería una enorme lucha.

Finalmente suspiró y apagó la pantalla. Eran ya las tres de la mañana y tenía que despertarse temprano para arreglar todo para su graduación. Se quitó el uniforme escolar y se puso el pijama para por fin recostarse en su cama y dormir.

La ceremonia de graduación fue como todas. Los mismos discursos, las mismas togas, los mismos gritos de los recién graduados. Los padres de Jaehyo; orgullosos, observaron a su hijo, el único con mención honorífica, dando el discurso de despedida y agradecimientos. Cuando terminó de decir sus últimas palabras, todos le aplaudieron y los graduados se levantaron y arrojaron el birrete al aire en señal de victoria. Así concluyó todo y dio paso al baile de graduación al que Jaehyo no quiso asistir por mera tristeza de que todas las personas importantes para él estarían ahí y sabía que sería el último día en que los vería. Él prefería no despedirse, siempre había odiado las despedidas.

Dos días después, durante la cena, Jaehyo se atrevió a hacer lo que nunca se había atrevido a hacer: decidir por sí mismo lo que haría.

—Ya elegí la universidad a la que me gustaría asistir —dijo por fin, después de haber luchado todo el día por mencionárselo a sus padres.

—Me alegra —contestó su padre—. ¿Y qué universidad elegiste?

—La universidad de Nueva York...

Ambos, padre y madre se desconcertaron por lo que habían escuchado. Y su padre, rápidamente se apresuró a decir:

—¿Nueva York? ¿Por qué quieres irte tan lejos? —mas que negarse, quería saber los motivos de su elección. Tenía los recursos para dejarle ir hasta el otro lado del mundo pero, aún no entendía por qué, si muchas veces hablaron de varias universidades en su país.

—Quiero estudiar arte. En la universidad de Nueva York podré hacerlo y tendré mucho reconocimiento si logro graduarme con buenas notas...

—Espera. ¿Arte? ¿No era leyes lo que has querido desde siempre?

Painting my heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora