6. Sin nada especial

18K 1K 586
                                    


Edeline Radetti.

Roma, Italia.
Presente...

Término de restregar la esponja con jabón sobre mi piel, tratando de que la poca porción que me dieron Coel y su hija sea suficiente para todo mi cuerpo, me he dejado la piel roja de la fuerza que he puesto, luchando por quitar toda la sangre, tierra y sudor que se han impregnado a mí los últimos dos días de mi vida, luchando por quitarme la muerte que parece rodearme. Para enjuagarme, lleno de agua al pequeño recipiente de plástico blanco con el único grifo oxidado de la habitación decrépita a lo que llaman baño, donde apenas y sale una línea moribunda de agua.

Me lleva dos horas bañarme por completo, y cuando por fin estoy seca, me pongo uno de los vestidos viejos que a "Martha no le importa que alguien más use" o al menos eso dijo Coel cuando me lo entregó, aunque sea más evidente el odio de su hija por mí que ninguna otra cosa en el mundo.

El vestido no tiene botones ni cierres, solo debo meter mi cabeza y brazos en él, es blanco, o en algún momento lo fue, ahora con el tiempo se ha vuelto amarillento, amarillento y sin nada que lo haga especial. Me cubre por completo el cuello, los brazos y llega hasta el nivel de las rodillas, ocultando la mayoría de mis heridas y moretones, lo que me hace odiarlo un poco más, quiero, por alguna razón, que los demás puedan observar mis daños físicos, que al menos así vean que estoy hecha una completa miseria, quiero que todos vean mi dolor, pero aún peor, quiero que todos sientan lo mismo que yo, quiero que todos sufran como yo. Lo necesito.

Me siento en el suelo y me dedico a ver pasar un recuerdo y otro en mi memoria, dejo de ser consciente del tiempo, solo... Solo quiero quedarme a solas por algunas horas, quiero dejar de pensar en algo más que no sea mi amigo, quiero repasar una y otra vez la misma escena dentro de mi cabeza, como si fuera una película donde puedo retroceder o adelantar tanto como lo desee, quiero volver a imaginar que todo está bien, quiero que todos desaparezcan y me dejen en paz, y que las noticias paren de parlotear sobre las muertes de mi familia como la nueva noticia emocionante.

Yo nunca quise que ellos murieran, incluso después de todo lo que habían hecho, lo único que le pedí a Enrico Anesi fue que mis padres y hermano pudieran salir del país sanos y salvos, exiliados, pero con vida. Y a cambio los mató. Los mató. Los mató.

La imagen del cuerpo de mi padre a mis pies, ese hilillo de sangre que sale de su boca, y su mirada muerta es lo único que consigo ver cada que cierro los ojos.

Y justo así quiero ver a Enrico Anesi.

La puerta del baño se abre de golpe tomandome por sorpresa, levantando la cabeza en un segundo para ver a la hija de Coel parada frente a mí.

―Oh... ―se piensa bien lo que me va a decir―. ¿Te has roto una uña y por eso lloras? ―inquiere con sorna y una sonrisa dibujándose en sus labios a cada palabra que pronuncia.

Me limpio las mejillas con el dorso de mi mano. No era consciente de que lloraba.

Ella permanece viéndome desde arriba, siento su pesada mirada color azul sobre mí, me analiza como si fuera un espécimen extraño dentro de algún laboratorio científico.

―Supongo que ya te has dado cuenta que tú perteneces al suelo como la basura que eres, pero mi padre se rehúsa a comer si no estás presente... ―suelta con tono de aburrimiento―. Así que ponte de pie y sal de aquí ahora mismo, estúpida.

Dejo pasar todos sus insultos como si no dijera nada, una parte de mí está segura de que los merezco, pero la otra me asegura que no puedo seguir permitiendo que nadie me hable así.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 26, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sin luz © #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora