Capítulo 4

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Como una estúpida, me perdí en la maldita hacienda del idiota, de hoy y para siempre, me referiré a InuYasha como el idiota, había pensado en el idiota sexy, pero no, no se merece ese término, me estaba desconociendo a mi misma, en la ciudad, jamás había visto así a ningún chico, en parte se debía por Hojo, pero ni a él lo miraba así, me sentía como una niña de quince años.

Maldito idiota.

Caminé por mucho tiempo y llegué a la parte frontal de la casona, me sentí más estúpida, quería llegar a mi casa y terminé llegando aquí.

¡Muy bien Kagome!

-¡Oye!- me gritó una voz divertida desde adentro de la casa- si tu, la chica linda de cabello negro- me acerqué un poco más y vi a una persona.

-¿Si?- pregunté insegura.

-¿Cómo estas? ¡Wow, eres hermosa! Jamas te había visto por estos lados- la persona se acercó a mi, hablaba rápidamente, era un chico- mi nombre es Yakotsu, trabajo aquí, soy el cocinero y también niñero- comenzó a reír- ¡Qué raro, no!

-Eh, bueno no tanto, soy Kagome, mi abuela es la dueña de la hacienda de al lado, y ya me había hablado de ti- dije, me sentía muy cómoda hablando con él.

-¡Ay si! Es que Kagura es mi mejor amiga, además los chicos ayudan mucho a tu abuela, y ella también, además compartimos a la misma contadora- me comentó alegre- somos como una familia.

-Ya veo- Sonreí.

-¿Y, has conocido a alguien?- preguntó- ¿Quieres pasar un rato a charlar?

La verdad, sabía que no era buena idea, pero me moría de ganas de tener un amigo y este chico, era muy simpático.

-Eh, no se- respondí duditativa- supongo que un rato no estará mal- Yakotsu comenzó a dar saltitos, me tomó de la mano y me arrastró adentro.

La casa era muy linda, agradable, a pesar que los dueños eran hombres, había cuadros de paisajes tranquilos, que adornaban la pared, todo perfectamente armónico.

-La decoración es toda mía, aca estos insensibles no tienen para nada buen gusto- rió- aunque Rin también me ayudó.

Nos sentamos en unos sillones, al lado de unos ventanales gigantes, que daban una perfecta vista al río que rodeaba las haciendas.

-Hermosa vista, acá es el lugar favorito de InuYasha, para relajarse y pensar, a veces, pasa la noche aca- por alguna razón, sentí cierta similitud con el idiota.

-Es un lugar tranquilo, por eso quise venir aquí- comenté sincera- la vida en la ciudad es muy estresante.

-eso es cierto, por eso los chicos tomaron la decisión de regresar y poner en pie este lugar, y hemos sido felices- la mirada de Yakotsu, reflejaba tanto cariño que me sentí reconfortada, definitivamente quería un amigo como él- ¿y? No me respondiste si has conocido a alguien.

-eh, bueno a Miroku ya lo conocía.

-No a ese mujeriego- rió y yo también lo hice.

-Bueno también al idio... Eh digo a InuYasha- sentí como mi cara ardía.

Yakotsu arqueó una ceja y una sonrisa se formaba en sus labios.

-Ya veo- dijo con una expresión divertida.

-Sí, eh, me tengo que ir, espero hablemos después.

-ay si, por su puesto Kagome, me caíste fenomenal y eres muy linda- me abrazó- te acompaño a la puerta.

Me despedí de Yakotsu, pero antes le pregunté como regresar a la casa.

Curiosamente, tenía que seguir el río. Recordé lo que dijo sobre el idiota y volví a sentir algo muy extraño en mi interior.

Al cabo de unos minutos, ya podía ver la fachada de la casona y divise a una joven hablando con Bankotsu, supuse que era Sango.

-Hola- saludé a penas llegué y la atmósfera no era para nada agradable- ¿interrumpo?

-No, claro que no, Bankotsu ya se iba- respondió la chica al tiempo que lo veía a los ojos.

Bankotsu se fue y antes se despidió de mi con la mano, se notaba frustrado h molesto.

-Soy Sango, y tu eres Kagome ¿no? mucho gusto, no te había visto y llegué hace algún rato.

-Sí, me había perdido- comenzamos a reír.

-eh, se que estamos recién conociéndonos, pero por favor, no comentes nada de lo que viste- me pidió- Bankotsu y yo hemos tenido problemas.

-¿Es tu novio?- Me apresuré a decir.

-es complicado, además, tenemos asuntos de trabajo que resolver, pero desde ahora, los hablaré directamente con InuYasha.

Todo el mundo habla de él y llevo unos días solamente, y cada vez que escuchó de él, me pongo extremadamente nerviosa.

-¡Sango! ¿Cuando llegaste?- Miroku comenzó a abrazarla y yo me partía de risa.

-¡Miroku sueltame!- le costó mucho sacárselo de encima a la pobre, Miroku sonreía- llegué hace rato, pero estaba en la otra hacienda arreglando asuntos.

-con tu novio- dijo divertido Miroku- deberías dejarlo, es un idiota.

-No es mi novio- respondió Sango seria.

-Bueno, yo te espero hasta que te decidas, serás mi esposa- me reí a carcajadas y Miroku me miró indignado.

-Lo siento mucho, mejor me voy- me disculpé, aunque no dejaba de reír.

Entré a la casa, dejando a esos dos atrás, las cosas acá eran tan divertidas y sencillas, me sentía tranquila; me acomodé en un sillón cerca de la ventana y comencé a pensar en mi vida.

No me di cuenta que me había dormido, hasta que Kagura me despertó.

-¿Cuánto tiempos ha pasado?- pregunté estirándome como un gato.

-Bastante chica, ya ha obscurecido- miré por la ventana y era verdad.

Cuando me iba a levantar, una manta resbalo por mis piernas.

-Gracias por taparme, Kagura.

-¿Qué? No fui yo- respondió pensativa- debió haber sido InuYasha, vino acá para hablar con tu abuela, pero ella no estaba, andaba con Sango y Miroku, ahora que me acuerdo, él me dijo que estabas babeando en la sala- me ruboricé y Kagura rió- así que él fue, que amable.

Una sensación comenzó a nacer en mi, no sabía lo que era, pero sin razón, quería que me enseñara a montar a caballo, porque quería conocerlo.

Me Quiero EnamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora