Prólogo

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Una mañana tranquila, cuando las olas resoplaban de entre las rocas y el viento gélido las abrazaba creando una fina capa de hielo, ni muy gruesa pero tampoco débil; lo suficiente como para hacer resbalar al más tonto paso del camino...
Ella miraba levemente la brisa que movían aquellas olas del mar; todo era espléndido, cálido, pacientemente observaba como esperando que algo diferente ocurriese, aunque realmente no pasara nada interesante en el Valle de Enmbroth.
El suave tintineo de unas campanas anunciaban una celebración en Enmbroth, niños corrían por doquier con cintas de múltiples colores atadas a sus manos gritando entre risas y saltos que alguien se había casado.

- Pobre hombre... -suspiró- ... No sabe en el lío que se acaba de meter.

- ¿Acaso tu sabes en el lío que os habéis metido?... -decía Mary Ann, cuyo vientre estaba por reventar- ... ¡Mira! ya estamos a punto de recibir a nuestro hijo y tu padre no te ha pagado los meses que te debe... -Christopher solo observaba como su esposa se le dificultaba sentarse mientras colocaba sobre sus piernas un bol lleno de judías y las seleccionaba para preparar la cena- Estoy preocupada, nuestro negocio quedó en bancarrota justamente cuando ya falta poco para la llegada del bebé, ¿Haz pensado en algo ya?. -Mary Ann solo miraba el bol mientras retiraba las piedritas y las judías que no eran aptas para cocinar, ella sabía cual era el semblante que cargaba su esposo en ese momento mientras él tallaba con su navaja un trozo de madera dándole forma de un animal pequeño-.

- Estoy en eso Ann, solo que...-

- ¿Solo qué Christopher? -Mary Ann interrumpió a su esposo colocando el bol sobre la pequeña mesita de madera que tenía a un lado- Han pasado 3 meses desde que nos quedamos sin dinero, pensamos que podríamos aguantar hasta que encontraras otra forma de levantar el negocio, o simplemente trabajar para el Sr. Smith...-

- ¡De ninguna forma trabajaré para ese viejo imbécil! -Christopher se levantó eufórico golpeando la mesa donde se encontraba el bol de judías causando que este se volteara y algunas se esparcieran en el mantel- ¡Nos quito a nuestra hija y eso no se lo perdonaré! si ella estuviera con nosotros de seguro ya tendría 4 años, y no estaríamos pasando hambre, ese viejo no le perdonaré haber causado el incendio de nuestra tienda aunque haya sido un accidente como él dice, ¡Lilly pudo haber sobrevivido si no fuera por ese anciano! -

Mary Ann se quedó callada observando fijamente a su esposo cuyos ojos aun lamentaban la pérdida de su primera hija en un incendio que cobró media tienda y también la vida de aquella niña que solo tenía unas pocas semanas de haber conocido el mundo exterior; Christopher trató de calmarse cuando notó la mirada depresiva de su esposa, él sabía que ha ella le dolía mucho más la pérdida de su bebé, recordaba las miles de veces que trató de hacerla cambiar de opinión para tener una segunda oportunidad y ella se negaba a concebir otro heredero para su tienda, se decía a si misma que su vientre estaba pudriéndose por la pérdida de aquella dulce niña que tanto amaron y ya hoy no existía; Mary Ann siempre pensó que aquella pérdida era una señal de que todos sus hijos no conocerían el mundo completamente.

- Ese anciano... -susurró Mary Ann con los labios temblorosos mientras intentaba no llorar por el recuerdo de su hija- ...Hizo lo que pudo para compensar la pérdida de la tienda y trató de ayudarnos en todo lo que necesitábamos aunque eso no regresara la vida de Lilly, él nos prometió que aunque pasarán los años estaría dispuesto a ayudarnos, y él es el único que nos ha extendido la mano, fue él quién nos recomendó una partera para recibir a Lilly, siempre estuvo de nuestro lado, y aunque por él nuestra pequeña ya no esté con nosotros, el Sr. Smith siempre nos brindó un apoyo del cual no hemos visto de tu padre...-Mary Ann tragó fuerte y se levantó de aquella silla recogiendo el desastre de judías que su marido había causado- ... No creas que ya no estoy dolida, aún pienso que ese "viejo" tuvo que morir en vez de Lilly.

Mary Ann caminó hacia la cocina para preparar la cena mientras Christopher solo se quedó inmóvil por unos segundos en la sala con su navaja en una mano y su trozo de madera con forma animal en la otra.

- Supongo que no me queda de otra...-giró su cabeza hacia la ventana observando los veleros en el puerto y algunos pescadores estirando sus redes en el mar- ... Todo sea por el bien del bebé.-

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