Inicios, parte 2

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Era una exquicita tarde de verano, en la cual, gracias a los dioses se respiraba una calma deliciosa, ya que, a pezar del calor, ese dia corria un aire bastante fresco y reconfortante.
La Reina Anastasia se encontraba junto a la ventana sentada en una mecedora cantando una canción de cuna con una melodiosa voz para poder hacer dormir a su pequeña bebé de dos años, la cual era sin duda muy hermosa ya que, además de haber sacado la belleza de su madre destacaba simplemente por irradiar una luz natural. La niña, poseía una mata de cabello castaño, como la de su padre, y tenía los ojos de entre azules y grises, además de una tez blanca y suave, era sin duda una verdadera princesa, criada con lujos, pero sobretodo, con el amor que sus padres se profesaban.

De pronto, se abrieron las puertas de la habitación, dando paso a que la rubia monarca se exaltase un poco, pero no lo suficiente como para despertar a la pequeña. Entonces fue cuando pudo ver a su esposo entrando y caminando hacia ellas con una gran sonrisa en el rostro.

-Ana, mi amor...- Le dijo el castaño, acercándose a su mujer, colocándole las manos a los costados, en las caderas, y dejándole un tierno beso en los labios.

-Hola Will- Respondió ella con una dulce sonrisa.

-¿Cómo está la pequeña? Al final veo que conseguiste que se durmiera, eh...- dijo él alabando el trabajo de su mujer. 

-Desde luego.- Respondió con algo de orgullo. -Recuerda que es de mi de quien estas hablando y yo siempre logro lo que me propongo- dijo y le guiñó un ojo de forma traviesa ya que ambos compartían esa complicidad ya que eran además grandes amigos.

La rubia observó que su marido sonreía, más de lo habitual, lo que le hacía preguntarse qué es lo que le traía tan contento, además del hecho de que se ponía así cada vez que veía a su hija. No aguantando la curiosidad tuvo que preguntarle. -

-Y....?- dejó caer nada más, a lo que se referia pensando que tal vez así él caería en la cuenta.

-Y... qué?- le preguntó este. 

-¿Cómo que, qué? Will, te conozco, que ha pasado? Por tu cara se veía como si trajeras buenas noticias de algo o no lo sé, así que... dime, qué es?- le preguntó sin más rodeos.

El Rey sonrió, desde luego, amaba a su esposa, y sobretodo el hecho de que ella le conociese tan bien, pero salió de sus pensamientos y asintió   -Ah! Si-  Se rió soltando una carcajada, pero en cuanto se dio cuenta de que pudo haber despertado a su hija se calló de inmediato
-Vaya, perdón...

Anastasia viendo a su marido así, no pudo sino reír suave mientras se volteaba a dejar a la pequeña princesa en su cuna, negó con la cabeza mirando como ni siquiera se había inmutado ante las risas de ambos y sonrió para sí misma. 

-Tranquilo, que por suerte o por desgracia salió al padre. No se despertarí ni aunque volviese la guerra de los ogros- dijo ella a modo de broma para calmar al moreno y volvió a girar para mirarle. -Bueno, Will, me dirás lo que ha pasado, o no?- puso los brazos cruzados sobre su pecho mirando al contrario con una ceja alzada de forma interrogante.

-Cierto, cierto...- se rió él   -Bueno, lo que ha pasado es que han llegado noticias de El Bosque Encantado.-

Anastasia le miró expectante asintiendo en señal de que continuase, desde luego si traía una sonrisa como aquella eran buenas noticias, y eso era algo muy bueno ya que venía del reino más rico de todos. -Recuerdas a Blancanieves? Bueno, su hija, ya sabes, la Salvadora y todo eso, hace ya unos años que se casó con Killian Jones, el Capitán Garfio, y cuando se casaron los Charming les cedieron el trono y bla bla bla, el caso es que se ha confirmado que dentro de poco nacerá su primer hijo, el primero de ambos que es que ella ya tenía uno, bueno tu ya sabes todo eso... 

-Woahw eso si que son buenas noticias! -dijo ella asombrada y a la vez pensativa ya que si tenían un hijo varón ese podría ser el mejor enlace entre reinos, unirían a su princesa con el príncipe que nazca y así estarían asegurados por siempre, claro, y desde luego esos pensamientos jamás ella se los revelaría a su marido, ella le amaba, por supuesto que sí, pero él era relativamente nuevo en eso de gobernar y no sabía como llevar los hilos del mundo sin que nadie más supiese. 

Ante la mirada pensativa y pérdida de su esposa, Will ya se sentía apartado por lo que la interrumpió.

-Heey, Ana. ¿Ahora, en qué piensas tu?- le preguntó curioso sonriente, deseando saber lo que se cocía bajo la rubia cabellera de su reina.

-En que será maravilloso el momento en que al fin ellos, ambos, tengan la oportunidad de formar una familia- se acercó al hombre pasando los brazos por su cuello sonriéndole- Una tan maravillosa como la que tenemos nosotros- le dijo de la forma más sincera que pudo y Will, claramente al verla tan contenta no pudo sino seguirla, llevó sus manos a la cintura de esta encerrandola en un abrazo.

-Eso si que es un pensamiento maravilloso, mi reina- le dijo antes de besarla de forma tierna. 

-Claro que lo es, mi rey- le contestó ella y le devolvió otro beso para después apoyarse en su pecho y quedarse abrazada a él, sintiendo su aroma, su amor hacia ella, pero sobretodo, pensando en cómo llevaría a cabo la unión entre los hijos de ambas, ya partía con la ventaja de que Emma, la reina, era amiga o más bien, conocida de Will, así que eso lo  usaría a su favor y aunque fuese,, para empezar los convertiría en mejores amigos. 

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