Please Don't Say Good Bye.-Larry Stylinson.

Capítulo Dos.

Donde Harry se revela, pero no recibe golpe.

Por un momento mi corazón late tan fuerte que amenaza con salir de mis costillas.

Él está celoso.

O eso creí hasta que se dio cuenta de lo que dijo.

-Te, te puede, contagiar algo.-Esas cinco palabras me destruyen.

Por unos segundos dejo de lado todo lo que siento por él, que me trae como un niño de 13 años detrás de la chica que le gusta, solo que no tengo 13 años y él no es una chica. Sin pensarlo respondo bruscamente.

-Aquí el unico que puede contagiar algo eres tú. ¡Tu estupidez! -Y le lanzo una de las flores de mi corona. Da en su pecho, cae al suelo y la toma. Después, con una mirada algo enojada se dirije rápidamente hacia mí. Retrocedo unos pasos, aterrado. Louis me toma por el brazo y me arrastra hacia un baldío, mientras que dos de sus amigos toman delicadamente a Marzia.

Estando ahí me lanza a un muro y caigo sentado, el se pone en cuclillas frente a mi y me mira, pero diferente, con lujuria. Se acerca a mi oído y susurra.

-¿Sabes que te ves jodidamente caliente cuando te revelas? No soporto que nadie te mire como yo lo hago. Y menos que te toquen, como Marzia. Porque eres mío, pequeño.

Abro los ojos, se aleja y me mira.

-Tienes unos lindos ojos, como tú.

Me ruborizo en seguida, y se acerca a mi rostro. Más pronto de lo que logro captar, sus labios atrapan a los míos.

¡Me está besando! ¡El chico de ojos bonitos me está besando!

No tardo en seguir el beso, y lo profundiza tomando mi nuca. después de unos minutos nos separamos y sonríe, la flor sigue en su mano y dice.

-Si no te importa, me gustaría conservarla, huele a ti.-Dice y me da un beso en la mejilla, para luego simplemente irse.

Quiero saltar, gritar. Todo.

Me levanto y me dirijo a la escuela, casi corriendo, no quedan más de 10 minutos para que cierren las puertas, llego y no hay nadie en el patio, las puertas están cerradas. Caigo de rodillas, hoy tenía que entregar slgo muy importante, rompo en llanto. No quiero perder mi beca. Cubro mi rostro con ambas manos y siento ligeros toques en mi hombro y levanto la mirada. Ahí está.

-Hey, ¿Tan mal beso?-Dice bromista.

Sonrío ligeramente y niego.

-Bien, siento que hayas llegado tarde por mi culpa.-Rasca su nuca.-¿Te invito algo?

-¡Hey! ¡Ustedes dos! ¿Qué hacen afuera? ¡Entren a clases!.-La voz de una mujer nos saca de nuestros pensamientos y me ayuda a levantarme, nos dirigimos rápido adentro y voy a mi salón. Ahí veo a la chica que ahora sé, es Marzia (A: Multimedia. eS MÍA Y DE PEWDS) me siento a su lado y me escribe en un post-it

¿Qué te hizo Tomlinson?

Sé que solo sus amigos y los que lo retan lo llaman así, lo cuál me parece extraño.

Un sermón de porqué no debo retarlo.

Miento. A veces, mentir está bien.

Si por "sermón" te refieres a BESO, te creo.

Abro los ojos mucho.

No se a que te refieres.

Vuelvo a mentir.

Para distraerme volteo a mi derecha y ahí está. El chico que da los mejores besos. Me guiña un ojo y me muestra la flor. Esbozo una sonrisa mosttando mis hoyuelos y vuelvo mi mirada a Marzia que me está viendo por encima de sus lentes con una sonrisa burlona.

Las clases terminan y voy a la cafetería ahí veo a Louis.

Con una chica en sus piernas.

Aprieto la charola en la que llevo mi comida y me siento, Marzia no tarda en llegar y me doy cuenta de que al ver a uno de los amigos de Louis sonríe mientras se muerde el labio.

Le doy un ligero empujón y ella ríe.

-¿Quién es?

-Horan.-Dice y ríe tontamente.

Sonrío y empiezo a comer, levanto la mirada y veo a Louis besar a esa chica. Algo dentro de mí se rompe, tendría que haberlo sabido, ese beso no significó nada para él, aunque para mí significó todo.

Me levanto de ahí y llevo mi charola a un estante rápidamente me voy a mi siguiente clase.

Las demás clases son basura, todas coinciden con las de Lou..is, y se la pasa viéndome y sonriendo, sonrisas que no imito.

Suena la última campana indicando que las clases terminaron, guardo mis cosas y salgo. Marzia me espera afuera del salón con una sonrisa y se encamina junto a mí.

-¿Puedo acompañarte?-Pregunta cortésmente y justo cuando voy a responder alguien más lo hace.

-No, él ya tiene acompañante.

Me giro y veo que el que dijo eso es Louis.

-Claro que no.-Respondo frunciendo el entrecejo. Él me lanza una mirada fría, con una sonrisa pícara y me toma del brazo, casi arrastrándome.

Cuando ya estamos a unas cuadras lejos me toma de la mano, entrelaza nuestros dedos.

Oh Dios, oh Dios.

-Desde ahora, bebé, yo te acompañaré a casa todos los días.

¡Diganme que ésto es real!