I.

80 17 5
                                    

Mi vida siempre había sido perfecta, incluso cuando no teníamos tanto dinero. Mi familia pasó de ser una normal a ser una de las más adineradas del país. Nunca fui una chica caprichosa ni mimada; siempre he tenido que ganarme las cosas por mi misma y eso es algo que agradecía.

No me gustaba tanto llamar la atención y eso solía ocasionarme broncas con mis padres, ya que éramos personajes públicos y no podíamos estar escondidos.

Desde que mis padres se convirtieron en prestigiosos empresarios, mi vida cambió bruscamente. Mis dos hermanos eran otros importantísimos empresarios y ganaban otro pastón con ello.

Y ahí estaba yo, estudiando en mi último año de universidad, sin trabajo y comiendo de mis padres. Había estado buscando pisos, apartamentos, habitaciones para compartir, etc., pero mis padres no estaban de acuerdo con que yo me fuera de casa tan joven.

Pero ya tenía casi 24 años y era hora de que me independizase.

- Señorita Keira, ¿bajará a comer? - preguntó Nora. Nora era una de las tantas personas que trabajan en la mansión, y también era a la que más cariño le tenía

- Si, dame un segundo Nora.

Me hallaba tumbada boca a bajo, con mi ordenador, buscando algún trabajo y algún piso para compartir. Habían cuatro pisos que no estaban mal de precio y lo bueno es que en dos de ellos, tenía compañeras. Y sobre el trabajo... Sólo había encontrado un puesto de camarera en un bar nocturno, y era obvio que no iba a cogerlo.

Frustrada, bajé a comer y, en la sala de estar, me encontré con mi primo Roller.

- Roller, que agradable sorpresa. - sonreí y me acerqué a abrazarlo. - ¿Que te trae por aquí?

- Pues verás, tengo una noticia para ti. - hizo una mueca. - Esta noche hay una gala benéfica y tus padres desean que asistas y, como ya sabes, no aceptarán un no por respuesta. - resoplé.

- Ya sabes que no me gusta ser el centro de atención...

- Lo sé, pero estarás conmigo y tu novio también irá. Te apartaré de toda la gente que empiece a acosarte. - rió. Yo lo miré mal.

Lo invité a comer y luego me despedí de él para subir a mi habitación y llamar a los dueños de los pisos. Llamé a tres de los cuatro que había visto y ninguno estaba libre.

Pero por suerte, el último tenía una habitación para mi y le pedí a Kyle, uno de los guardaespaldas de la mansión, que me llevara.

Cuando llegamos, toqué y me abrió una chica joven.

- Buenas, soy Keira. Acabamos de hablar por teléfono sobre el piso. - sonrió y abrió la puerta.

- Si pasa, pasa. - dijo. Parecía emocionada.

El piso era bastante pequeño y las habitaciones más todavía. Lo único que veía más o menos grande era el salón, porque la cocina... Es que parecía que no había cocina.

- Bueno, ¿que te ha parecido? - me miró sonriente.

- Pues, la verdad es que no me ha hecho mu...

- Por favor por lo que más quieras en esta vida quédate, llevo en este piso un año sola y si no te quedas no se que va a ser de mi. No tengo amigas, no soy muy sociable que digamos y la única oportunidad que tengo eres tú. - Todo esto lo dijo con una asombrosa rapidez, con las manos juntas y puesta de rodillas.

- Bueno... - no sabía que más decir. El apartamento no me gustaba y las habitaciones tampoco. Lo único positivo es que estaba a quince minutos andando de mi casa y en una zona bastante bonita.

- Vale, me quedaré. - la chica saltó de alegría y me abrazó muy fuerte.

- ¿Cuando te mudarás?

- Mañana mismo si puede ser.

- Claro que si, por cierto yo soy Claire. - nos dimos la mano riéndonos.

- Un placer.

   

🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌

     

Llegué a casa y encontré a la mitad de los guardaespaldas de mis padres comiendo. Los saludé y fui a buscar a mis padres para contarles la noticia.

- Mamá, Papá. - les dije al verlos en la oficina.

- Hola princesa. - dijo mi madre y me dio un beso en la frente. - ¿Preparada para la gala benéfica?

- Hablando de eso... - miré al suelo. - ¿No hay nada que pueda hacer para no ir?

- Siempre igual, Keira. Debes de acostumbrarte a esto y quitarte ese miedo de estar con la gente. - dijo mi padre enfadado.

- No es miedo, es agobio. Y no es a estar con la gente, es ser el centro de atención. - lo miré desafiante. - Por cierto he encontrado un piso a buen precio y mañana me instalaré. Venía a que me dierais vuestra aceptación pero ya no la necesito. - me marché dando un portazo. Antes no solían pasar ese tipo de cosas, pero todo ha cambiado.

Subí a vestirme. Me puse un precioso vestido largo de tirantes anchos con escote en forma de M de color negro, junto con unos tacones negros de charol. Dejé mi pelo castaño oscuro suelto, con preciosas ondulaciones cayendo por mi cintura, y me añadí un poco de suave maquillaje, que constaba de delineador, pintalabios y rímel.

Al llegar a la gala, me separé rápidamente de mis padres y busqué a mi primo. Vi a uno de los guardaespaldas de mis padres y me acerqué a preguntarle sobre la localización de mi pariente.

- Disculpa. - le dije mirando hacia otro lado, ya que aún seguía buscando a Roller. - No encuentro a Roller, ¿sabes donde está? - me giré hacía él, chocándome con unos ojos grisáceos desconocidos.

- El señor Roller salió junto a su novio para recibirla, señorita Lane. - su voz sonaba más joven que la del resto de los hombres, a parte de que su aspecto también hacía ver lo joven que era.

- ¿Y usted quién...?

- Keira, te estábamos buscando.- dijo mi primo, interrumpiendo lo que estaba a punto de decir. - Ven, vamos con Leo, estará muy preocupado. - me agarró del brazo y me guió hacia el tumulto de gente. Giré la cabeza en busca aquel chico hasta que lo ví, con sus brazos cruzados y sus iris grisáceas penetrando hasta en lo más profundo de mí.

Aroma Embriagador.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora