Capítulo 7: Rabieta.

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EDITADO


  Tu vestido está lleno de sangre,
Te ves mucho mejor en rojo.
Y con la garganta abierta,
Su cuerpo espasmado y retorciéndose,
A medida que te asfixias en tu propia sangre.

Con tu últimos pensamiento espero que pienses en todo lo que he hecho por ti,
Y como me dejaste mintiéndome en medio de la agonía.
Yo nunca me voy a dejar hundir tan bajo otra vez
.  

-Lifeless (Chelsea Grin) [Multimedia]


***


   Recuerda cómo se sintió ese día. Andrea y él habían ido a su casa para terminar un proyecto de español, cuando ella fue al baño y le dejó, solo, en la sala. Ella había olvidado su teléfono y en ese momento, éste vibró sobre el cristal de la mesa. Tomás estiró su cabeza para ver de qué se trataba y entonces fue cuando vio el nombre de Both en el, así que lo tomó y vio lo que se alcanzaba a leer del mensaje.

<<Anoche la pasé genial contigo, cariño. Espero que se repita pronto. >>

   En ese momento la ira se apoderó de Tomás, y sin soportarlo más, se levantó para ir al cuarto de Andrea, que justo salía del baño. De inmediato notó que en su mano se encontraba su celular y se puso nerviosa, mientras que de su cara, los colores huían hacía otra parte.

   — ¿Qué haces con mi teléfono, Tomás? —le pregunta, visiblemente nerviosa. Entonces, Tomás azotándole en el suelo, hace que el teléfono se desintegre en pedazos. — ¡¿Estás loco?! —grita tratando de acercarse a Tomás y tomarle de los brazos.

   Él pelinegro la empuja contra la cama mientras que en su blanco rostro se refleja el más puro terror que alguna vez observó en ella. Preso de la ira, toma lo primero que alcanza y su mano agarra la lámpara blanca que está encima de su mesita de noche.

   — ¿Qué vas a hacer, Tomás? —susurra, con la voz temblorosa, pero él ya no la escucha. —Te lo puedo explicar... Hablemos —dice, tratando de pararse de la cama para ir hasta la puerta, pero Tomás es más rápido.

   La toma del cabello y la arrastra de nuevo hasta la cama, mientras empieza a chillar pidiendo ayuda, pero no hay nadie que pueda salvarla de su ira. ¿Cómo se atreve a engañarme con mi propio mejor amigo? Se pregunta. La indefensa Andrea araña su brazo, tratando de que afloje el agarre de su cabello, pero no lo logra. Sus piernas le patean, pero la ira que siente él lo ciega y no quiere hacer nada más que golpearla con la lámpara que tiene en su otra mano.

   Andrea experimenta tal terror, que cree va a orinarse encima. Tomás luce aterrador, y ese brillo siniestro en sus ojos le deparan un destino terrible.El cuero cabelludo le escoce, mientras Tomás la arrastra y la tira en la cama. 

   —Eres una maldita perra asquerosa, prostituta —vocifera, con los ojos inyectados en sangre, levantando la mano en la cual sostiene la pesada lámpara.

   Los ojos de la muchacha se desorbitan y las lágrimas caen a montones mientras le ruega a su novio que pare.

   — ¡Para! ¡No lo hagas! —grita, removiéndose sobre la cama con violencia, intentando escapar del dolor que le produce los golpe de él.

   — ¡Cállate, maldita puta! —le grita y ella enmudece. —Eso debiste pensarlo antes de revolcarte con mi mejor amigo —espeta él, y con toda la fuerza que tiene, la lámpara impacta contra su bello rostro.

   Andrea en medio del caos que le produce el golpe, trata en vano de cubrir su cabeza con sus brazos, pero eso no evita que él siga golpeándola frenéticamente una y otra vez. Sus gritos son melodía en sus oídos, y el pequeño cuerpo de Andrea no ofrece nada de resistencia. Con cada golpe seco sobre su cara, ve como su piel se abre dejando salir la sangre que rueda por los costados de su cabeza y tiñe la sabana rosa. La confusión por el impacto de la lampara sobre su cara, le nubla la vista, y su cuerpo se adormece por completo. 

   Morirá, eso es seguro.

   Queda inconsciente sobre la cama, pero no por eso Tomás deja de golpearla tan fuerte como puede, hasta que el hueso de su cabeza se fractura y sangre espesa y negra sale de su frente a montones. Entonces, jadeando, pone la lámpara en su lugar y se seca el sudor pasándose la mano por la frente. Entra al baño y se mira en el espejo: está cubierto de su sangre, tiene salpicaduras por toda parte.

   Sale de nuevo para mirar la aterradora escena: el cuerpo de Andrea yace desparramado en la cama, con su rostro al igual que las sabanas, llenos de sangre. Las paredes también están cubiertas de salpicaduras.


***

Heterocromía. |S.D #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora