En noches como esta, más que amor, pido costumbre. Costumbre para ese yo que tanto te ama, ese yo que te venera y casi idolatra tanto. Acostúmbrate a mi amor y nunca, ¡jamás! me abandones, quédate conmigo, si no por amor, al menos por costumbre. Acostúmbrate al cariño que siempre te ha esperado, acostúmbrate al amor que nunca te he negado. Acostúmbrate a tenerme sin tenerme a tu lado, acostúmbrate a besarme sin poder tocar mis labios. Acostúmbrate, mi amor, a mi amor, ese que tanto te he dado sin pedir algo a cambio. Acostúmbrate a no amarme, pero a ser amada. A mis elogios también acostúmbrate, porque no pararás de oírlos aunque no quieras escucharlos. Acostúmbrate a negarme tu amor y entregarme rechazos. Acostúmbrate a mentirme con tus falsas verdades y falsos tequieros, esos que tanto amo. Acostúmbrate a mi impresencia que yo ya me acostumbré a tu ausencia. Acostúmbrate a tenerme siempre a tu lado, aunque siempre te falte y siempre esté presente. Acostúmbrate a estar ausente, pero nunca ¡jamás! de mí te alejes.
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Prosas a ella.
PoesíaPorque para ella escribo y para ella es que vivo. Aunque no me quiere. Aunque nunca me amó. Es para ella, es porque la amo.