Capítulo 3

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Porque ya no son más dos, sino una sola carne. Mat. 19:6

Sentí algo quebrarse dentro de mi el dolor era tan fuerte que podía sentirlo en mi alma sentía que no podía respirar era como si una parte de mi se desprendiera, lloré amargamente pero aún así ignoré el último eco de su voz que resonaba para hacerme volver.

Después de eso me fui tras el resto creyendo que era mi mejor decisión en ese momento, me enamoré de alguien más, fue ahí la última vez que sostuvo mi mano me miró con profunda tristeza preguntándome con su mirada si realmente lo dejaría, lo miré también, dejé salir una lágrima, incliné el rostro y suavemente deslicé mi mano de entre la suya mi corazón se quebró sentía que me moría pero aún así lo hice, tomé la mano de mi nuevo amor y con ese acto realmente dejé ir a mi primer amor.

Avancé de la mano de mi nuevo amor sin mirar hacia atrás porque sabía que él seguía allí detrás y eso en sí ya me partía el alma.

Nadé junto a la corriente, ahogada en "amigos" era algo nuevo pues yo sólo había tenido uno durante toda mi vida, me veía envuelta en un nuevo mundo donde todos parecían realmente felices y durante esos breves instantes pensé que esto también me hacía feliz y me enojé con mi primer amor por haberme alejado de esto por tanto tiempo.

Ir de fiesta, salir con chicos además del que tenía a escondidas, decir groserías mientras más tenía más quería, me parecía divertido en ese momento sólo eran cosas de chicos, sí, ahí supe que estaba en un mundo completamente distinto al que yo conocía.

A solas con él Donde viven las historias. Descúbrelo ahora