Como tortugas

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Yo los llamo personas tortuga 

Si, ya sé que se entiende, llevan un caparazón que no es sólo su casa, su hogar, sus emociones. En esa mochila cargan todo, lo bueno, lo malo, lo que los lastima y lo que los hace felices.

 Y, también, como las tortugas solo dejan ver partes de ellos, capaz que conoces un brazo, una pierna o si tenes suerte la cabeza, el eje de todo. Pero llega un día donde alguien toca ese caparazón, una persona que quiere ayudar, curar, acompañar y apoyar al hombre tortuga. 

Él de a poco va saliendo de su escudo, de su escondite. Ese día en el que puede liberarse de todo el peso, no sólo siente un gran alivio de su espalda sino que ve todo con otros ojos, más brillantes y con ganas de seguir describiendo.

 Y ahí es donde se empieza a conocer con su verdadero yo, con su esencia, cuando de repente sabe que no está más solo pero que es el único que puede curar y cerrar por completo sus heridas. 

Yo tuve la suerte de conocer un hombre tortuga, que dejó de guardar problemas y empezó a buscar y crear soluciones, que afronta todo sin esconderse en un caparazón... 

Pensar para no morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora